Muchos se han escandalizado al escuchar a la secretaria general del PSIB, Francina Armengol, al proclamar que no quiere ninguna frontera entre Catalunya y Baleares. En realidad, demuestra que es una política hábil que no quiere estar en el bando de los separadores a la hora de abordar el problema del Principado.
Es una evidencia que una parte importante y significativa de los catalanes no se siente en la actualidad a gusto dentro del Estado español. Ante esta incuestionable realidad hay dos maneras de reaccionar: la más fácil, derechista y ciega es responder con la agresividad y predicar anticatalanismo fácil que, al fin y al cabo, lo único que consigue es hacer más profunda la herida.
El otro camino, el de halagar a los catalanes y hacerles sentir hermanos de los baleares, parece aparentemente provocador y contraproducente incluso dentro del ámbito del PSOE, pero es mucho más inteligente. Armengol tiende la mano a la gente del Principado, les recuerda que hay muy pocas diferencias entre ellos y los isleños y en consecuencia les dibuja un marco de futuro (el federal) el cual les permitirá sentirse cómodos partiendo de la base de que ni su lengua, ni su cultura será menospreciada o arrinconada. Y que en un Estado asimétrico, los recursos que se generen en Cataluña quedarán en buena parte en el territorio donde se han creado y no partirán hacia Madrid para engordar las arcas de la capital del Reino.
Esta propuesta de modelo para el Principado también es válida para el futuro del Archipiélago. De ahí que Armengol niegue fronteras entre ambos pueblos.
Si se analiza con precisión, la secretaria general del PSIB aporta una lúcida visión de la realidad actual. Embiste a los separadores, a los que acosan a los que no piensan como ellos, a los que confunden convivencia con imposición. Es una decidida partidaria de la España plural. En todos los sentidos: económico, lingüístico y simbólico. Se arriesga a no ser comprendida por los abanderados del pensamiento único y uniformista. No le importa. Sabe que la España real y mayoritaria es poliédrica y que sus contradicciones son más aparentes que reales.
Comprende que lo importante es superar la carcundia ultracentralista y el integrismo obtuso y oscuro. Sabe que el futuro de una España cohesionada pasa por superar y aislar a los reaccionarios. Y tiene el apoyo de Rubalcaba, que impulsa la reforma de la Constitución en esta misma línea: más libertad y más respeto para todos. Podrán compartirse o rechazarse sus ideas, pero Francina sabe perfectamente lo que se hace.