Los Presupuestos Generales del Estado (PGE), presentados en el Congreso por el Gobierno del Presidente Sánchez, se ríen de Baleares y de la sanidad.
En primer lugar, porque Baleares, en pleno ciclo expansivo, sufre un recorte de la inversión territeriolizada, superior a los 20 millones de euros. La inversión per cápita, que corresponde a un balear, es la mitad de la media del resto de españoles. A la partida correspondiente al Ministerio de Sanidad, se le asigna un irrisorio incremento del 0,9%.
En segundo lugar, porque después de tildar de austericidio y vergonzantes las cifras destinadas por el PP al Fondo de Cohesión Sanitaria (FCS), para compensar la asistencia sanitaria de pacientes atendidos fuera de la de su comunidad, resulta que mantienen la misma cantidad.
En tercer lugar porque después de haber pedido por activa y por pasiva la creación de un Fondo para Innovaciones Terapéuticas (FIT), por el que pedían de forma machacona 150 millones de euros, para aliviar las arcas autonómicas, se han olvidado de incluirlo en sus presupuestos.
Por último, porque su proyecto estrella, la Ley de Acceso Universal a la Sanidad, no se acompaña de ninguna previsión económica que permita compensar el incremento de gasto que pudiera suponer. Por tanto, no solo reconocen por la vía de los hechos, que esta asistencia ya se da, sino que impiden la recuperación de sus gastos, al impedir la aplicación de los convenios vigentes para dar cobertura a ciudadanos de otras nacionalidades. Un verdadero roto.
Estos PGE son un ejercicio de supina incoherencia. Lo mejor que puede suceder, por su flagrante repercusión negativa sobre nuestra solvencia económica, es que no se aprueben. O lo que es lo mismo, que se prorroguen los presupuestos de Rajoy, acordados entre Ciudadanos y el Partido Popular, tildados por ellos mismos de antisociales, porque favorecen claramente a los baleares. ¡Por sus hechos los conoceréis!.