La Iglesia Católica, que vive una crisis de vocaciones realmente importante, ha lanzado una campaña publicitaria para corregir esta situación. A mí me da que este no es el procedimiento, pero tampoco tengo mucho que opinar sobre ello. Lo que, en cambio, me parece que yerra bastante es el slogan o la idea central de la campaña: te ofrecemos un trabajo fijo, viene a decir el mensaje.
Ustedes verán: a mí siempre me dio la impresión de que la Iglesia, esta o cualquier otra, no es un trabajo por cuenta ajena, en el que a uno le especifican lo que tiene que hacer y al acabar el horario, a otra cosa. Yo me
pensaba que es algo mucho más profundo, que se vive, que se siente y que abarca también el resto del tiempo de uno. Lógicamente, la Iglesia debe pensar lo mismo, pero entonces esta campaña no da en el clavo. Ni se le acerca.