LA PUNTILLA | JAUME SANTACANA

En contra de...

Estoy en contra de…la libertad de religión.

No veo ni entiendo que tenga que haber más de una religión. Me parece un derroche innecesario; de dioses, de liturgias, de “pastores”, de templos, de inciensos, y hasta de velas, si me apuran. Como sucedió con el idioma esperanto, en su momento (y fue un exitazo!), sería magnífico y recomendable, conseguir una mezcla de las distintas creencias y reunirlas en una sola, tanto a nivel de contenidos y dogmas, como de ritos i ceremonias.

Estoy en contra de…la libertad sindical.

Otro absurdo que no nos lleva a ninguna parte. Con un solo sindicato habría de sobras. La vigilancia sobre las corruptelas de los empresarios pierde fuelle por los enfrentamientos entre distintos sindicatos. La televisión pierde minutos (con lo caro que va el minuto en televisión) cuando tiene que emitir la opinión de varios líderes sindicales. Una sola voz: una sola protesta. Más eficiencia y mejor rendimiento.

Estoy en contra de…la libertad de voto.

Es una auténtica tontería. El gasto de impresión de los millones y millones de papeletas distintas es un despilfarro sin precedentes. Un solo tipo de papeleta, abarataría enormemente el gasto; y no digamos de los carteles electorales, los espots televisivos, los logos de partido, los mítines, y las cuñas de radio. Nada: una sola opinión y, en consecuencia, un solo voto. Tampoco tendría que ser tan difícil ponerse de acuerdo en un candidato único, de consenso, claro.

Estoy en contra de…la diferencia de sexos.

En lo más hondo de la actual crisis económica, y cuando los tijeretazos nos hieren el alma, parece que seamos tontos. Mantener –a estas alturas- dos sexos es de una incompetencia grotesca. ¡Es de mamones!, vamos, por calificarlo eufemísticamente. Hay que ser gilipollas, mejorando lo presente, para no darse cuenta del gasto público  inútil que representa para los españoles, esta lamentable exhibición de cuerpos distintos. Cuerpo único; es la única solución para ahorrarnos millones de euros (o de pesetas, ahora cuando regresen…). Como en otros ejemplos, bastaría con la confección de un cuerpo común, uniendo las diferencias actuales, que no sirven para casi nada…y más a mi edad! El sexo se debería practicarlo a oscuras y con buena voluntad por parte de los “contrayentes”. Quizás el problema vendría por las diferencias “anímicas”, por decirlo de alguna manera. Pero eso, a lo mejor, se podría esquivar, volviendo a situar a las mujeres en sus lugares tradicionales: en la cocina, sin permiso de conducir, sin necesidad de ir a la universidad (y mucho menos de dirigir una empresa o una institución pública!).

Señoritas, ¿qué quieren?: en un pacto es muy importante saber ceder!

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