XISCO CRUZ. Avanzado el verano, allá por el mes de agosto, el Mallorca inició ante el Espanyol una nueva carrera hacia la permanencia. Acostumbrado como está a ir perdiendo adeptos, a la agitación en su planta noble y al ir y venir de futbolistas, la continuidad de Caparrós, un par de buenos fichajes y la dulce simfonía que llegaba desde el palco sólo podían anunciar buenas noticias. Así que en esas el equipo empezó a encadenar victorias, Hemed se desató y las campanas no dejaban de repicar.
Pero con el Mallorca asomado al balcón de la Liga, las lesiones empezaron a llegar una tras otra. Y el equipo se desplomó. Rara vez un grupo de este perfil puede sostenerse acumulando tantas desgracias y el Mallorca no fue ajeno a ese azote. Las derrotas se sucedieron y los jaleos institucionales ganaron presencia, como el que reclama espacio en una crisis.
Caparrós decidió entonces mover el avispero, hizo cambios y encontró algunos resultados positivos a los que el mallorquinismo se agarró. Tal vez como flotador para llegar hasta el otro lado, a la espera de que pasara la tormenta. Así que el Mallorca ha acabado la primera vuelta perdiendo en Valladolid, pero con la sensación de que está preparado para encarar el tramo decisivo del torneo. Así se desprende de la imagen que emitió en Pucela. Suerte.
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