Ya lo decía ayer y hoy lo tengo que confirmar: soy un poco 'pardal'. Ustedes verán: acabo de leer que la Policía nos recomienda que no abramos un determinado mail que contiene un virus y que supuestamente ha enviado la Policía. ¿A ver, soy yo que no me entero o es que mis cuerpos y fuerzas de seguridad viven en otro mundo? No es que, como nos pide la Policía, tengamos que estar atentos a un virus que me venga desde una dirección rara, sino que tengo que vigilar todos los mails que me entran, porque diariamente me llega una enorme cantidad de engaños y estafas que mis fuerzas de seguridad deberían evitar que corran pero no pueden. Hace unos días me entró un mail que me dice que en Sudáfrica me ha tocado un premio pero que, si no doy todos los datos de mi cuenta corriente, no me lo pueden ingresar; me dicen que en mi cuenta del BBVA (yo no tengo cuenta en este banco) debo corregir un dato y por lo tanto que mande mi clave; el banco Santander (desde la dirección satander.es, con el olvido de una letra) me pide que confirme mis claves; otro mail me dice que han descubierto que yo no funciono (sexualmente, usted me entiende) y que me venden unos productos que me dejarán que ni Tarzán (¿Tarzán era un sex symbol?). Yo, queridos policías, abro mi correo como quien camina a las doce de la noche por la Celsa, o por Son Banya, o por un barrio de Medellín, o por Kandahar: muertito de miedo, sospechando hasta de mis amigos, en terreno minado. Porque recibo mails en inglés de amigos míos, españoles, que tienen algún tipo de virus en su ordenador que hace que se reenvíen mensajes automáticamente. Ustedes verán: a esta altura, tras haber generado tantas autodefensas, no iba a abrir un mail que venga de la Policía. Yo de la autoridad esperaba que fuera capaz de luchar contra este ejército de delincuentes (cómo llamarle a quien difunde por la red que yo soy un impotente, lo más grave que se puede decir de un español y hasta de un catalanista como yo) sin que tenga que vivir angustiado.
