La paliza preventiva

Probablemente no vaya a ser necesaria ni una semana para que ese puño de acero, ansioso de golpear, entrenado en mil caras más duras y resistentes, pueda descargar su fuerza acumulada durante estos meses de transición, sobre los nuevos consellers, el vicepresidente y hasta el presidente; si son normales, en unos días habrán metido la pata varias veces y entonces ya podremos desfogar la energía sobre esas caras aún inmaculadas que creían que esto de estar en política les iba a salir gratis, que esto del poder de la prensa era un timo, que yendo con cuidado no te pegan. Vaya, ¡ahora verán! Recibirán por todo lo pequeño que hagan, como castigo por lo mayor, que no vemos y que imaginamos. Y ¡cuánto imaginamos! Como no existe trasparencia, vivimos de la imaginación, de lo que suponemos que hacen pero no sabemos, ni podemos probar, ni podemos demostrar, pero que al final suele ser verdad. O sea que a pegar, que ellos sabrán por qué. Pero a algunos les ha llovido antes de abrir el paraguas, antes de que sonara la campana del inicio del combate, antes de tomar posesión. Les ha diluviado desde antes de que llegara el momento, desde que se supo su nombre. Buscando en la red, encontramos que un día dijo tal, que un día hizo cual, que hasta titubeó, que se puso de costado. Descubrimos que tiene intereses turbios, que está a la derecha de la derecha de la derecha. Que en realidad era un ultra radical incendiario que había militado en la CEDA, que después fue falangista y que participó en la División Azul. Que durante el franquismo hizo vida normal y que seguramente estaba en Villa Certosa en la noche fatal. Hasta parece del Real Madrid. Uy, qué barbaridad: tenía vida antes del poder y no le habíamos dado. Toma, para que vayas haciéndote a la idea de cómo va esto. ¿Por qué? Por las intenciones que nos imaginamos: nosotros ya sabemos que han puesto el ojo en la caja; que van a acabar con el sector público, que van a terminar con el mallorquín; ya sabemos que están inventando cómo forrarse; porque si no fueran malos, no estarían a punto de entrar. Por eso reciben: por las dudas, por que si un día se demuestra que tenían malas intenciones, ya les hemos dado. Siempre damos, después vemos. Lo malo es que casi siempre acertamos.

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