Desconozco los hospitales que habrá visitado el conseller de Salut, Vicenç Thomàs, pero calificar de “normal” la situación de Son Espases es tomarnos el pelo a todos, a trabajadores y usuarios, porque la lista de deficiencias, que no incidencias, es tan grande que todo apunta a “una chapuza” de la constructora. No es de recibo que en un hospital nuevo las goteras, sí goteras y no humedades, estén a la orden del día; los desagües no funcionen correctamente; los falsos techos se desplomen; los mostradores de administración sean totalmente inadecuados; los cables estén por el suelo; los problemas de comunicación sean continuos; la climatización no funcione… Y así, una larga lista que, por mucho que se empeñe el conseller, nunca podrá calificarse de normal. Y ante esta situación, que los que han tenido que acudir al hospital conocen bien, aparece de nuevo el fantasma de la empresa contratada para efectuar el traslado, encargada de verificar los sistemas, chequear las instalaciones y dar el OK. ¿Dónde está? ¿Quién la contrató? ¿Se hizo el correspondiente concurso público? ¿Se le han exigido responsabilidades? Muchas preguntas y ninguna respuesta.
