Después de dedicar algunas horas a hacer varias lecturas a la ley de educación balear me sigo preguntado para qué sirven las sesenta páginas que la forman. Lectura de arriba a abajo, de abajo a arriba, de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. No acabo de encontrarle el sentido.
Esta ley lamentablemente no sirve para nada. Plagada de lugares comunes y frases hechas que no concretan ni matizan nada de lo que existe a día de hoy. Tampoco aporta nada nuevo. No abre el camino a la esperanza de un cambio.
Un cambio que necesita nuestro sistema. Da igual que esta ley sea promovida por la izquierda de nuestra comunidad; como si lo hubiera hecho la derecha. Nuestros políticos todavía no se han dado cuenta que el sistema educativo necesita un replanteamiento. No solo en las formas sino también en los contenidos.
En pocos días finaliza el plazo para presentar alegaciones a este texto y se iniciará la tramitación parlamentaria. Unos y otros, se tirarán a la cabeza los trastos. Cuando unos digan que la defensa del catalán tiene que estar recogida en la ley, otros dirán: No, lo que se tiene que recoger son las modalidades propias de nuestra comunidad. Cuando unos piensen que las retribuciones de los profesores deben estar protegidas, otros defenderán que no. Cuando unos hagan hincapié en la ampliación de la autonomía de centros, otros la criticaran bajo el fantasma de crearse un cortijo. Mediocridad.
Asistiremos a un partido de tenis de mesa donde veremos saltar en el tablero la pelota de los reproches y del “y tú más”. Pero mientras tanto, el sistema no cambiará. Mientras nuestros políticos no dejen de mirarse el ombligo y a tomar decisiones pensando en su electorado, no vamos a mejorar. No tiene sentido discutir estas minuciosidades comparado con la importancia que tiene el fondo de la cuestión.
La sociedad ha cambiado y evolucionado. Y el sistema educativo tiene que evolucionar. Pero mientras que la ley nacional no cambie, no tiene sentido todo este paripé. La Ministra de Educación ya está tardando en volver a retomar las negociaciones para retomar el pacto de estado por la educación.
Y, ¿Por qué digo que el sistema tiene que cambiar? Pues sin adentrarme en los detalles de cada una de las ideas, lanzo algunas sobre las que se debería reflexionar para virar el rumbo de la educación en nuestro país: la permanencia de los alumnos en la educación primaria debería ampliarse dos años más, en la educación secundaria los itinerarios de elección deberían adelantarse ya al primer curso, se debería eliminar la repetición de la ESO, se deberían eliminar los cursos y sustituirlos por niveles de competencia y eliminar las asignaturas y convertirlas en ámbitos de aprendizaje, se debería promover un cambio radical en el planteamiento metodológico de la etapa secundaria, y se debería huir de la relación entre inversión y mejora de los resultados académicos.