La moda puede esperar

Se repite la imagen. Hay gente que hace cola ante el pequeño escaparate de una tienda de moda a eso de las nueve y media de la mañana. Dicen las entendidas que la mecánica consiste en echar el ojo a la prenda la semana anterior y rezar para que nadie se la lleve antes de que tú te la puedas llevar por la mitad del precio marcado. Las rebajas son, casi siempre, una forma de engañarse si justificas la compra porque has conseguido una ganga. Quienes no se engañan son aquellas -las rebajas son femeninas- que se sacrifican en temporada y esperan a los descuentos para comprar lo que realmente necesitan. Y se repite la duda. Si un comerciante puede rebajar en los últimos días de esa oferta anual hasta un 70 por ciento sin perder dinero o para renovar el fondo de artículos, habrá que preguntarse qué margen de maniobra comercial tiene en plena temporada. Es que en estos tiempos de restricciones económicas familiares, no se sabe si es preferible vender cantidades razonables a precios moderados o vender muy poco a precios altos, cuando no desorbitados. La mujer está empezando a saber aguantar. La moda puede esperar porque las rebajas y las segundas tiendas están ahí. Y, como siempre, sólo merece la pena la calidad de lo rebajado, no la rebaja de calidad para que el personal se engañe. La necesidad agudiza mucho la prioridad de gasto.

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