La marcha atrás

Disculpen si no celebramos nada. Desde un agujero negro es difícil ponerse de fiesta.
Un país pobre con un pobre gobierno. Esto es lo que nos deja este año.
Estos gobernantes celebran que los ciudadanos ya estemos sometidos a leyes que nos prohíben opinar, protestar, decidir, pensar y ahora subsistir.
Además las mujeres hemos pasado a ser instrumentos. Hasta aquí.
En nombre de la vida, o de la religión, o de la moral … políticos, legisladores y hasta monseñores que viven en otra galaxia, se atreven a cuestionar una decisión que solo, única y exclusivamente, atañe a la mujer afectada.
La mujer que decide abortar nunca lo hace con frivolidad. Su decisión merece respeto, todo.
La rancia y ponzoñosa iglesia que dice que las parejas gais provocan en los hijos alteraciones peligrosas, es la qué se cree con derecho a opinar sobre la vida. Esa iglesia que siempre ha estado al lado del tirano, aprovechándose del dinero ajeno y sin piedad para con los pobres, por qué habla. En esta institución la mujer ni siquiera es considerada una igual.
Aquellas mujeres que han sido violadas, con la desgracia además de quedarse embarazadas, no pueden ser condenadas a una muerte en vida. Es injusto. Ellas deberán vivir con el ultraje y el dolor que les ha supuesto esa agresión. Tienen derecho a decidir si quieren abortar. ¿Quién querría sufrimiento semejante para su hija, hermana, mujer, amiga? ¿Dónde está el crimen de su decisión?
Malformaciones, peligro para el feto, para la madre, sufrimiento físico o psicológico, edad de embarazo y manutención del niño son factores que influyen en la decisión de la mujer, y en muchos casos también, de su pareja.
Esta es la realidad en la que vivimos. Pretenden robar derechos y libertad a la mujer con esta ley retrógrada, inquisitorial y cruel. Se alzan voces estúpidas, voces sucias, sin conocimiento, sin sensibilidad para con la mujer.
Relájense en sus tribunas porque también en sus católicas y defensoras filas de la vida, señoras, hijas, amigas y amantes viajaron a Londres o arriesgaron su salud en abortos clandestinos. Ahora habrá que hacerlo de nuevo aunque los 645 euros congelados no nos lleguen ni para pan.
Es una auténtica marcha atrás. Con perdón monseñores.
Es la hora del respeto a la mujer.
Dejen de vociferar porque todos sabemos de su hipocresía. Sobretodo del que más grita para tapar su doble moral.

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