Hace un par de meses apareció por el PAC la Guardia Civil con una paciente detenida que parecía que habían sacado de un contenedor de basura. Iba haciendo equilibrios mientras la sujetaban entre los dos agentes como podían, y protestando porque decía que a ella no le metía mano nadie, poco menos que acusándoles de acoso sexual, encima. Me la sentaron delante y se quedó encima de la silla como un fardo en equilibrio inestable y, antes de preguntarle nada, me dijo textualmente: “Eje yo iba fo la jalle y he vito un joshe je ezaba abielzo, y he disho: vo a fonele una nota ar dueño pa avisale de je lo ziene abieto, no ze lo vayan a robá, je la genze e mu mala, ¡¡y enzonze han vinío lo picoleto y m'han jogío!!, fero yo no hesho ná....” Traducción: “Es que yo iba por la calle y entonces he visto un coche que estaba abierto, y he dicho: voy a ponerle una nota al dueño para avisarle de que lo tiene abierto, no se lo vayan a robar, que la gente es muy mala, ¡y entonces han venido los picoletos y me han cogido!, pero yo no he hecho nada...” En ese momento, los guardias, que se habían quedado detrás de ella, no pudieron evitar que se les escapara la risa, y se acercó uno y le dijo: “Anda ya, Josefa, anda ya, que no estás cansada tú de reventar coches, que ya nos conocemos. Además, ¿tú no ves que estamos en un centro de salud y que esta señora es la doctora? ¿No ves que lleva una bata blanca y ahí hay una camilla? ¡Venga, no le cuentes más batallas y dile donde te duele! Entonces, la paciente, que abría los ojos a duras penas, se quedó mirando al guardia, luego me miró a mí, después hizo un intento fallido de ver el entorno en el que estaba, y, volviendo a mirar al guardia, dijo: “fedón, eje mejivojao, jreía je zaba en e jugao” Traducción: “Perdón, es que me he equivocado, creía que estaba en el juzgado”. Y el guardia, ya casi explotando de risa, le contestó: “Claro, así como vas no es raro que te equivoques, por eso sólo se te ocurre a ti reventar un coche delante del cuartelillo. Es que si no te enteras de nada... ¿como no te vamos a pillar?” Volvió la mirada hacia mí, mientras los dos guardias hacían intentos desesperados por aguantarse la risa y yo lucía mi mejor cara de póker, y, juntando las manos y dirigiendo los ojos al techo como si estuviera implorando al cielo, me dijo: “dozora, deme algo fa lo nervio, je ezoy jon er mono” Traducción: “Doctora, deme algo para los nervios, que estoy con el mono”. Pero a juzgar por el aspecto general, la reacción de las pupilas, la dificultad para articular palabras y la falta de tono muscular, más bien daba la impresión de que llevaba encima una mezcolanza de cócteles Molotow. Entonces, ya con serias dificultades para conservar la cara de póker, le contesté: “A ver, Josefa, que yo tengo un trabajo serio ¿Es que tú no ves que, con el cebollón que llevas, como te dé una pastilla te mando al otro barrio? Dime qué te has tomado y veré lo que te puedo dar. Y me contestó: “No, zi yo no me he zomao ná, zi ya le digo je ezoy enmoná ferdía...yo zolo jiero una fatilla fa dolmí..” Traducción: “No, si yo no me he tomado nada, si ya le digo que estoy enmonada perdida, yo solo quiero una pastilla para dormir”. Total, que al final, como no había manera de averiguar lo que se había tomado y no la podía dejar en semejante estado, en lugar de “una fatilla fa lo nevio”, lo que se llevó fueron todos los antídotos disponibles, y consiguió estar con el mono, pero esta vez, de verdad, y entonces le di una pastilla para dormir. Por cierto, que se enfadó muchísimo. Moraleja 1: Principio de Manguímedes: Si eres amigo de lo ajeno, más que de inventarte excusas surrealistas a posteriori, preocúpate de disimular un poco a priori. Moraleja 2: Teorema de Chuthales: A mayor alteración voluntaria del estado de consciencia, mayor es el interés en tenerlo todavía más alterado. Moraleja 3: Axioma de “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”: Intentar engañar al médico tiene sus riesgos y te puede salir el tiro por la culata. Si lo que quieres aplicar es el teorema de Chuthales, no vayas.
