Nadie ha advertido en la última década si Alemania ha cambiado de generación, si tiene a futbolistas con canas u otros poco preparados. Los germanos, que suelen trabajar con discreción y con poco ruido, apenas han levantado la voz mientras su selección iba haciéndose transfusiones de sangre año tras año. Ninguna baja ha sido dolorosa, pocas incorporaciones han sido discutidas. Nadie habló de fin de ciclo cuando caían en semifinales y perdían títulos.
Ahora, con una generación tan consolidada como su técnico, han conquistado el Mundial con un fútbol diferente, pero con los mismos valores y superioridad física de siempre. Alemania está preparada para el dolor y eso le ha permitido levantarse siempre cuando ha recibido golpes. El gol de Götze consagra a una selección brillante, que será recordada, más que por la final, por la goleada a Brasil. Enhorabuena.