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La familia en el centro de las políticas sociales

Por Agustín Buades
domingo 06 de septiembre de 2020, 01:00h

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Si la familia saca de tantos apuros a los miembros de una sociedad y más ahora en estos tiempos que corren donde la crisis sanitaria y económica se agrava por momentos, ¿por qué no convertirla en una prioridad de las políticas sociales? No se entiende el abandono en ayudas públicas que ha sufrido la institución familiar durante estos últimos años. Bueno sí se entiende, la ideología de algunos, favorable a la decostrucción de la célula más importante de la sociedad.

El panorama sobre la realidad actual de la familia en Baleares no es muy alentador. De entre todos los indicadores, cuatro llaman especialmente la atención: envejece la población; nacen menos niños; se casa menos gente; y hay más rupturas familiares.

Baleares ya está inmersa en un invierno demográfico. Esta inversión de la pirámide poblacional se irá acentuando si continúa cayendo la tasa de fecundidad, situada hoy en Baleares en 1,23 hijos por mujer.

Por otra parte, la caída de la nupcialidad ha coincidido con el aumento de las rupturas familiares; problema dramáticamente agravado con la entrada en vigor de la ley del divorcio exprés.

La situación en la que se están metiendo las familias demanda desde hace años una política familiar integral. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en el resto de la Unión Europea, todavía no ha calado en este país la idea de que la familia ha de ser apoyada en sus funciones básicas. Espero que lo que está sucediendo con la pandemia haga abrir los ojos a más de un político y estratega que hasta ahora miraban hacia otro lado

Sólo en el ámbito legislativo, se pueden identificar grandes lagunas que, a su vez, producen carencias en otros terrenos: no existe una ley de conciliación, lo que deja a esta institución a merced de vaivenes políticos; no existe un plan integral de apoyo a la familia, lo que favorece la improvisación y las medidas cortoplacistas; no existe una ley de prevención y mediación familiar para todo el país, y en cambio se facilitan los divorcios precipitados; no existe una ley autonómica de protección y apoyo a la maternidad, pero se dan numerosas facilidades para abortar.

A las deficiencias legislativas hay que añadir las de tipo fiscal. Un ejemplo es el actual IRPF: lejos de ayudar, penaliza a los matrimonios en régimen de gananciales sobre todo si los ingresos provienen de un solo perceptor. Baleares es la ccaa en la que menos se puede desgravar por gastos familiares.

España se posiciona a la cola de la Unión Europea en ayudas a la familia. Mientras que la Unión Europea dedica de media al concepto “familia” en torno al 2,1% del PIB, España dedica tan sólo el 1,5% del PIB.

Es curioso porque, mientras los poderes públicos ayudan poco a la familia o incluso la maltratan, la institución familiar sigue desplegando todas sus funciones al servicio de la sociedad.

Parece lógico, pues, que los poderes públicos arrimen el hombro para apoyar y proteger la institución que probablemente más problemas les resuelve. Se trata de convertir a la familia en una prioridad de las políticas sociales, y no simplemente de depositar una limosna en un cestillo de mimbre.

Todo depende ahora de que exista voluntad para convertir el apoyo a la familia en una prioridad política y social. No olvidemos que es esta la que está soportando toda la crisis sanitaria , social y económica que nos ha traído esta pandemia.

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