Una buena parte de los grandes sucesos tiene lugar porque el ser humano se confía, se relaja, baja la guardia, ignora los peligros de tanto convivir con ellos. No hay que ser muy espabilado para encontrar ejemplos de cómo, quienes viven en situaciones de peligro, suelen terminar por minusvalorar los riesgos que les rodean. Ustedes verán: hago este comentario porque me preocupa, me alarma y me asusta que hoy en España los medios de comunicación publiquen noticias sobre cómo que el país llegó ayer a un nivel de desconfianza financiero tal que le hizo merecedor del rescate y que lo veamos como si nada; me provoca estupor que el día antes, algunos analistas del mercado dijeran que España se quedó sin financiación en los mercados y que nadie se eche a temblar. Me espanta que ayer se dijera que en lugar de los 6.000 millones de euros la CAM podría costarnos 24.000 (ocho veces el gasto anual de Baleares) sin que nadie pestañee. Tras varios meses en los que hemos visto cualquier barbaridad en materia económica, hoy parece que nada nos asusta, como si pensáramos que nada puede afectar nuestras vidas. Pues sí, en una de estas el Fondo Monetario toma el control de la economía del país, impone sus normas y nosotros, incapaces de reaccionar, incapaces de resolver nuestros problemas, a callar. Y no lo hará porque el Fondo Monetario sea malo o bueno, lo hará porque estamos a un paso de no ser capaces de pagar lo que debemos. Horror tranquilo: estamos al borde del desastre como un funambulista borracho.
