La entrevista que este domingo publicó mallorcadiario.com a la presidenta de ARCA, Angels Fermoselle, revela cuestiones que a cualquier vecino de Palma debiera alarmarle, no solo por el talante y actitud de sus gobernantes, sino también por el camino errático que en materia de protección del patrimonio arquitectónico, histórico y artístico, mantiene la ciudad. La despersonalización hacia la que camina determinada la ciudad, con establecimientos y comercios que no respetan la estética de los barrios ni las fachadas en que se integran siquiera, con paneles publicitarios y luminosos que chocan frontalmente con el entorno y también con el buen gusto y la discreción.
Esta activista con muchos años de trayectoria, ahora injustamente vituperada por parte de algunos partidos de izquierda por su defensa del memorial de Sa Feixina, denuncia la falta de criterio y sensibilidad de los distintos equipos de gobierno de Cort, así como la enorme permisividad que tolera cualquier aberración y no actúa hasta muchos meses después, si es que lo hace.
Las palabras de Fermoselle están cargadas de coherencia, pues ni ella ni ARCA se han casado con nadie y, por supuesto, no merecen ataques como los que sufren por el asunto de Sa Feixina, pues han demostrado que su único objetivo es velar por la conservación del patrimonio.
Además, el ejemplo del derribo del edificio del Passeig Mallorca es un ejemplo más de que el gobierno municipal no tiene realmente una sensibilidad especial por el patrimonio arquitectónico, por más que cuando gobernaba el PP bien que les gustaba ponerse detrás de las pancartas de ARCA para pedir que no se demoliesen otros edificios que no eran más dignos de protección que el que nos ocupa ahora.
La conservación del patrimonio debiera ser algo que todos los políticos interiorizasen y en el que hubiese el mayor consenso posible, sin trazas de politización ni demagogia. Pero parece que en esto también es inútil el esfuerzo de pretender que prime el bien común antes que los intereses partidistas.