XISCO CRUZ. En cualquier otro escenario un empate ante el Atlético, con un juego plano y de escaso voltaje, hubiera alargado la sensación de que el Mallorca languidece. Con la guitarra poco afinada y un rival de entidad al otro lado, el equipo de Caparrós apenas pudo que sobrevivir a un domingo difícil. Tal vez por eso el punto, tal y como anda el grupo de magullado, va a servir para mejorar la autoestima del vestuario, que ha conseguido sacar la cabeza del agujero y acumula la segunda jornada sin perder.
Al margen de que los números digan que el peligro sigue ahí, lo cierto es que la lectura a la que el mallorquinismo debe abrazarse es que el equipo ha sumado 4 de los últimos 6 puntos ante dos rivales que se manejan entre la aristrocracia de la Liga. Eso es indudable. No parece mal punto de partida para arrancar, con la recuperación de los lesionados y de tipos como Gio como compañeros de trayecto. Si la mejora estadística va acompañada de una cierta paz institucional es muy probable que el Mallorca crezca de la misma manera que lo hizo el año pasado, a pesar de que esa ecuación no parece sencilla de resolver.
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