Frente al papel en blanco me hallaba cuando mi hija se ha acercado y me ha pedido, por favor, si quiero ir a jugar con ella a la oca. Madre mía…¡cuántos meses hace que no jugamos a ese tradicional juego de mesa! La última vez, precisamente con ella, que se las sabe todas y controla cada paso, cada tirada, de tal manera que, como por arte de magia, no hay manera de ganarle una partida. Da igual que me encuentre a tres pasos de la meta y ella se encuentre en la casilla ocho. De pronto, coge velocidad, cuatro “de oca a oca y tiro porque me toca” consecutivos y ya la hemos liado.
Y me pide que juegue con ella precisamente cuanto debo comenzar a escribir estas líneas y ando rastreando entre diversas páginas de prensa digital sobre qué tema merece la pena esbozar un breve comentario. Y la verdad es de esos días en que dan ganas de salir del navegador y dedicarte a otra cosa. Por citar algunas de las noticias que nos salpican estos días, bien podemos comenzar con el circo de tres pistas en que parece haberse convertido el denominado caso Cursach. Cada día aparece un nuevo personaje, una nueva revelación, un nuevo y esclarecedor testimonio (o falso testimonio) y el final no parece todavía estar demasiado cerca. Luego, y esto es algo que me ha dejado noqueado, un condenado como criminal de guerra bosniocroata se suicida en vivo y en directo, ante las cámaras, tras ingerir veneno durante la lectura de su última sentencia de apelación en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) por crímenes de guerra.
Por otro lado, nos encontramos con el sainete de los ex Consellers y los por todos conocidos “Jordis”. Como si de un nuevo grupo de música se tratara, “los ex y los Jordis” tienen cita en el Tribunal Supremo y parece que van a intentar reconocer que acatan el 155 de la Constitución Española, aunque sea con la boca muy pequeña, y que no van a infringir el ordenamiento jurídico. ¡A ver si es verdad! Y mientras tanto, el fugado Carles Puigdemont, otro ex venido a menos, ya no sabe qué hacer para llamar la atención. A veces ocurre que, cuando se dicen barbaridades una detrás de la otra, llega un momento en que nadie te toma verdaderamente en serio. Se pierde el interés, se pierde el contenido y, lo que es peor, se pierden totalmente los papeles. Menos mal que nos queda el bueno de Miquel Iceta, que aparece repentinamente convertido en la nueva esperanza de la gobernabilidad de Catalunya, prometiendo condonaciones de deudas que no se sabe si se pueden condonar.
Y por su esto fuera poco, ayer mismo, miles de taxistas llegados de toda España, 4.000 según la delegación de Gobierno, se manifestaron en Madrid en protesta por la que han venido a denominar la “uberización” que está experimentando el transporte urbano. La marcha se unió a una huelga general que pretende frenar el auge de licencias de vehículos de alquiler con conductor (VTC) y que pide regular la actividad de Uber y Cabify. No dejan de tener razón quienes solicitan una regulación de lo relacionado con el gran auge de la economía colaborativa, pero de ahí a considerar que en una huelga, sea del tipo que sea, vale absolutamente todo, cualquier tipo de comportamiento con tal de provocar el caos, va un abismo.
Así que, visto lo visto, y deseando que todo vaya volviendo a su sitio poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y que no volvamos a caer en los mismos errores de hace tan solo unos meses, espero que me comprendan…me voy a jugar a la oca con mi hija.