El alcalde de Palma, Mateu Isern, se está planteando acabar con una tradición que empezó en 1979, con el primer Consistorio elegido democráticamente, y se ha mantenido hasta ahora, que es la de homenajear, el día de Tots Sants, a las víctimas de la Guerra Civil, un homenaje que consiste en un recorrido institucional, en el que se deposita una corona junto a la tapia en la que fue fusilado el último alcalde republicano de Palma, Emili Darder.
Esta tradición se ha mantenido, año tras año, sin ningún problema, tanto por parte del PP como del PSOE, por lo que ahora suprimir este homenaje carece de sentido, claro que nada de esto habría sucedido si en la anterior legislatura se hubiese mantenido el consenso y no se hubiese levantado el famoso muro con inscripciones fuera de lugar.
Pero lo cierto es que bastantes problemas tenemos como para que venga Isern y los agrave, creando una polémica absurda y absolutamente inútil, que no nos lleva a ningún lado, salvo a nuevos enfrentamientos y, naturalmente, a dejar que se hable de la subida de impuestos, que prometió no subir.
¿Acaso es esa la intención, crear polémicas artificiales para desviar la atención de lo verdaderamente importante? Y la oposición que se aplique el cuento y se dedique a trabajar por y para los ciudadanos, que para eso les votaron.
