Instituciones propias
sábado 16 de agosto de 2014, 09:26h
En menos de un mes, el próximo 11 de setiembre, se cumplen 300 años de la caída de Barcelona a manos de Felipe V, primer rey de la Casa Borbón bajo el que nuestro pueblo fue sometido. Barcelona se tiene en el imaginario como el referente de la derrota, pero no fue la primera ni la última batalla que marcó la pérdida de las instituciones, usos, leyes y costumbres propias.
El 25 de abril de 1707, con la batalla de Almansa, y el 11 de julio de 1715, con la capitulación de Mallorca, encuadran el período de la progresiva sustitución de un sistema participativo hacia la monarquía absolutista instaurada por el nieto de Luis XIV de Francia. El conocido como Rey Sol, el de "L'État, c'est moi". Paradigma absolutista cuyos descendientes, apelando a la legitimidad dinástica, se erigen hoy en garantes de la democracia.
Con la publicación, por real cédula de 16 de marzo de 1716, del Real Decreto de 28 de noviembre de 1715 se inicia el definitivo proceso de uniformización que todavía padecemos.
Será el 2015, pues, el momento oportuno para recordar que llevamos padeciendo 300 años el espíritu absolutista que la dinastía Borbón importó de Francia a unas tierras que, hasta la fecha, se habían distinguido por el respeto a la diversidad, las distintas costumbres, las leyes propias y el uso normal de la lengua propia.