¡Qué decepción! Cuando nos habían hecho creer, y casi nos habían convencido, de que lo mejor de este Govern eran sus “inversiones silenciosas”, se suceden descubrimientos de placas, cortes de cintas y visitas a obras por doquier. Ahora resulta que el lema del final de la legislatura de la parálisis es ‘dit i fet’. El presidente Francesc Antich y sus consellers incluso ponen primeras piedras para los próximos años y presentan páginas web que empezarán a funcionar supuestamente en unos meses. Las agendas de las autoridades en estos últimos días de precampaña están repletas de actos que a partir de la próxima semana ya no podrán protagonizar… aunque intentarán colarnos cosas, ante las que la Junta Electoral se tendrá que mantener vigilante. Esta semana no entiende de laborables o festivos, ni de cambios de hora para los socialistas y lo que fue el Bloc. La actividad no termina en viernes. El sábado y domingo son intensos después de un paseo entre andamios apartados del Palacio de Congresos, que lleva prácticamente un año de retraso. En lugar de inaugurarlo antes de las elecciones, como habría tocado, visita sin complejos. Para la ocasión viene el amigo Joan Mesquida, desde Madrid, mientras que la exministra Beatriz Contador vuela para acompañar al conseller Jaume Carbonero –el que estos días ha comparado a su predecesora, Mabel Cabrer, con la niña del exorcista– en un reparto de llaves de VPO, esas viviendas sociales de las que han quedado millares por construir (según el olvidado programa electoral del PSIB-PSOE en 2007). Como en Son Espases se han sucedido los problemas, no ha habido valor en casi medio año –desde la ‘redonda’ recepción del 10 del 10, del 2010– de inaugurar oficialmente el moderno hospital de referencia de Baleares. Sin embargo, medio de tapadillo, aunque para que quede constancia para la posteridad o para que, por lo menos, lo lean los que pasen por el lugar en estos dos meses que restan hasta las elecciones, han colocado una placa que indica quien lo construyó. Aunque puestos a ofrecer explicaciones, ha faltado poner el millonario sobrecoste afrontado y que tanto Antich como su conseller lo hicieron en contra de su voluntad, “con todo el dolor de su corazón” y porque heredaron el proyecto de los malos, muy malos del PP, contra quienes tantas veces se manifestaron bajo el lema ‘salvem la Real’ (de cuyo fallecimiento, por cierto, no hay constancia oficial). Sin fiesta de inauguración –aunque con festival de los despropósitos y parking, gratis, una protesta menos– el conseller al que tanto gustan las fotos intensifica sus descubrimientos de placas en centros de salud. Como si fuera una pastilla recetada por un doctor, Vicenç Thomàs ha programado una al día. Y por otro lado, el conseller puede reivindicar para sí entrar a formar parte de la historia de Baleares y la propaganda electoral por ser el que introduce una nueva modalidad de acto: la preinauguración. La celebración en cuestión precede al final de obras (total, ¿qué más da?, si algún día abrirá o funcionará, ¿no?). Antes de que las instalaciones se puedan utilizar ya se descubre la placa correspondiente o se corta la cinta y ¡listo! ¡¿Muy listo?! EL DELEGADO DEL GOBIERNO VA POR LIBRE. Mientras el Govern apura las últimas (pre)inauguraciones y la alcaldesa Aina Calvo se sube a la nueva bici pública de Palma, el hombre de ZP en las Islas impulsa su propia campaña personal. El delegado Ramón Socías acude a obras del Plan E y es capaz de visitar –y convocar a la prensa– hasta por un muro en un polideportivo de la Part Forana. Genio y figura, el solleric, que no sólo ha calificado de “desleal” al senador Pere Sampol por denunciar públicamente el doble discurso del PSOE en Madrid y Baleares, sino que se ha atrevido a insinuar que ojalá un día pudiéramos vivir del petróleo, en lugar de los turistas.
