Ya les advierto: El artículo con el que me despido hasta el próximo mes no es políticamente correcto ni “buenista”. Es un artículo objetivo y crudo, como los son los datos oficiales que lo avalan:
Los datos del informe estadístico sobre extranjeros y delincuencia elaborado por el Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad, dependiente del Ministerio del Interior, en 2016, son más que significativos: En España se cometen al año algo más de 300 asesinatos. La población inmigrante marroquí cometió en 2015 el 18% de ellos, a pesar de que solamente supone el 1,5% del total de la población en España, lo que supone un aumento de casi el 30% de los asesinatos que los inmigrantes de esta nacionalidad cometieron en 2014. Entre los no españoles presos en cárceles de nuestro país, los marroquíes ocupan el primer lugar. Suponen el 10% del total de la población reclusa y el 25% de los extranjeros encarcelados en nuestras cárceles.
Solamente el contingente de rumanos residentes en España supera en número total de delitos a los procedentes de Marruecos. La diferencia está en el tipo de delitos. Mientras que los norteafricanos concentran los crímenes de mayor gravedad –asesinatos, violaciones, maltrato o tráfico de drogas-, los del este de Europa, principalmente de etnia gitana, según fuentes gubernamentales oficiales, se centran en hurtos y robos.
La colonia marroquí en España es muy similar a la rumana. En torno a las 700.000 personas. El mayor contingente de población hispanoamericana en España es el ecuatoriano. Suponen casi 200.000 personas, pero su índice de criminalidad es mucho menor que el de la población marroquí. La población procedente de Ecuador cometió en 2015 6.523 delitos, muy por debajo de los más de 20.000 que cometen miembros de cada una de las dos nacionalidades antes indicadas.
La mayoría de los marroquíes que delinquen en España son musulmanes, una religión que en muchas de sus prácticas choca con la legalidad en Europa. Entre ellas las concernientes al trato y la consideración de la mujer. Por eso los delitos contra la libertad en el ámbito familiar superan a los de cualquier otra nacionalidad.
Más datos: Según el Ministerio del Interior los inmigrantes en las cárceles, en mayo de este año, alcanzan el 28%.
Esta es la realidad que perjudica, principalmente, a los trabajadores de cualificación más baja que son los que se enfrentan a una brutal competencia desleal por parte de una inmigración sin formación alguna. ¿Alguien ha escuchado a algún gran banquero, gran empresario o gran multinacional criticar este tipo de inmigración irregular?
En cuanto a convivencia las más afectadas son las clases medias y bajas, que soportan la presión migratoria en sus barrios y pueblos.
Más datos: Tenemos más de 3 millones de parados, por lo que esta citada inmigración difícilmente va a trabajar. No pagarán impuestos y vivirán de las ayudas sociales que pagamos entre todos, suponiendo un esfuerzo extra para inmigrantes legales o nacionales con sueldos precarios. Campo abonado para los datos sobre delincuencia más arriba apuntados.
Ahora ya pueden seguir disfrutando del verano los buenistas de turno y los que viven sin penurias económicas con el “welcome refugees” (que, además, no lo son), y las “ciutats d’acollida”, o quedarse tranquilos después de escupirnos a los que nos oponemos a este tipo de inmigración que somos de “extrema derecha”, que el resto de los ciudadanos informados seguiremos siendo solidarios pero no bobos suicidas.
La inmigración se debe controlar y sólo debe ser aceptada según las necesidades de la economía nacional y el respeto a los valores occidentales, democráticos, de nuestra sociedad. Aunque denunciarlo sea políticamente incorrecto a la vez que absolutamente necesario para sobrevivir como nación y como sociedad libre y abierta.