Terminaba la primera parte de este artículo haciendo una breve referencia al Ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria López como la mano ejecutora de los deseos de las compañías eléctricas, al que alguna le colocará en algún consejo de administración a vegetar, que esto si lo sabe hacer muy bien, después de casi cuatro años vegetando en el ministerio.
Me quedo corto, lleva bastantes más años vegetando y cobrando muy buenos sueldos pagados con dinero público, al menos desde el año 1995, o sea más de 20 años.
Para conocer el gran despropósito que representa el Real Decreto 900/2015, de 9 de octubre que regula el autoconsumo eléctrico de origen fotovoltaico con conexión simultánea a la red eléctrica faltan dos datos importantes, en primer lugar conocer en mayor profundidad la personalidad y el talante del ministro que ha sido capaz de hacer aprobar dicha normativa y en segundo lugar la normativa europea de obligado cumplimiento a la que se ha enfrentado con las desagradables consecuencias económicas que tendrá para todos los españoles.
Nos acercamos al individuo en cuestión, según ha quedado escrito en diferentes medios de comunicación:
Fue en el año 1987 que el entonces ministro Carlos Solchaga dijo de Soria: "Es un buen economista, aunque muy facha", frase que pronunció como resultas de haberlo fichado como asesor y tras aprobar Soria las oposiciones a Técnico Comercial del Estado.
Puede ser que los antecedentes ultraconservadores de José Manuel Soria que tanto llamaron la atención de Carlos Solchaga provengan de su familia paterna. Su padre era conocido en Telde por su declarado extremismo de derechas, y su tío Sebastián llegó a ser el líder de Fuerza Nueva en Gran Canaria.
Soria debió contagiarse del virus de la política en los despachos cercanos al de Carlos Solchaga. No está claro de quien aprendió los malos modales, la intolerancia y los insultos hacia los subordinados que practicaría acto seguido de manera muy comentada, especialmente en sus primeros años en política, cuando llegó a ser alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en 1995, en las listas del PP, sin apenas haber militado antes en un partido, ni de derechas ni de izquierdas.
Ya desde sus primeros años en el ejercicio de un cargo público José Manuel Soria confirmó enseguida su carácter levantisco y extremo. Sus más estrechos colaboradores, que lograban durar más de un mes, lo definían, siendo alcalde, como un personaje violento tanto física (lanzaba objetos pesados de un lado al otro del despacho cuando se cabreaba) como verbalmente (el calificativo más suave que profería hacia sus colaboradores era el de "inútil").
Fue en uno de esos primeros días en la alcaldía cuando llamó a su despacho al que fuera su tercer jefe de prensa, para pedirle que telefoneara a la agencia EFE porque quería responder a unas declaraciones de Jerónimo Saavedra. El veterano político socialista, que casi dos décadas después terminaría ocupando aquel mismo despacho de alcalde, acababa de atacar al PP por asuntos relacionados con la corrupción. Soria comentó con su jefe de comunicación que quería responderle de manera contundente, haciendo referencia a la homosexualidad del adversario, conocida pero aún no reconocida entonces. Y lo quería hacer con una zafiedad marca de la casa.
Soria no hizo caso de los consejos de su asesor y, ya con un periodista de EFE al otro lado del teléfono, descalificó las declaraciones de Saavedra alegando que "ha dado un gran patinazo, lo que me lleva a pensar que pierde más aceite del que yo creía". Se llevó su correspondiente tarascada familiar por contar entre sus allegados con personas homosexuales que le recriminaron su indisimulada homofobia.
Carlos Sosa, director de Canarias Ahora, autor del libro “Hechos probados. Una primera biografía de José Manuel Soria”, en una entrevista concedida a Pilar Portero el día 2 de abril de 2014, dijo de Soria: “Ante todo creo que es un impostor: se presenta como un gestor eficiente y en realidad es una auténtica calamidad. Presuntuoso, soberbio, intransigente y con graves carencias democráticas. Y, quizás lo peor en un político, un redomado mentiroso que utiliza la falacia para emerger y hundir a los demás. En medio minuto no se puede decir nada peor de un cargo público. Permítame que me reserve lo que opino de él como persona”.