Ilusiones de los infelices sobre la felicidad

He aquí algunos mantras que comparto con ustedes, intertextualizandolos de varios autores.

La felicidad llega sola cuando menos te lo espera. ¡Vamos, anda! Por si no lo sabían despreocuparse no tiene nada que ver con ser feliz y, por otra parte, les recuerdo lo obvio: la felicidad, como todo en esta vida, debe de trabajarse, ya que no llega sola. A veces, aun buscándola nos es esquiva. No se autocompadezcan. Confórmense con no ser muy infelices. La clave es la aceptación.

La felicidad puede ser duradera y ¡ETERNA!. Jua,jua,jua...Somos una panda de ilusos infantilizados. Lo único que sabemos con certeza es que la felicidad es perecedera, y, para más inri, la infelicidad sí que puede ser crónica. Son los cambios en nuestra vida los que nos hacen felices. Por otra parte, en cuanto se disipa la novedad que nos ofrece un nuevo objeto, la felicidad disminuye y necesitamos nuevos estímulos.

Y no se pavoneen, que no mean colonia ni sudan chanel cinco: los seres humanos somos nefastos a la hora de predecir lo que nos va a hacer felices. Más humildad y menos prepotencia. Nada es como antes. Rescatemos a Heráclito: “Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río”. La clave es no resistirse al cambio y practicar menos la quejorrea.

Solo tú controlas lo feliz que eres. Este mantra es muy desadaptativo. Actualmente, estamos asistiendo al discurso de la proactividad (“si quieres, puedes”), que se ha convertido en el dogma absoluto de nuestra vida y el moderno mundo del coaching. No es cierto que toda la responsabilidad sea nuestra. La cruda realidad es que una parcela de nuestra felicidad está bajo control, pero con la otra poco podemos hacer.

El punto de partida viene determinado genéticamente por nuestra personalidad, nuestro temperamento, pero en función de las circunstancias externas puede elevarse o descender. Y, aunque nos joda admitirlo, gran parte de nuestra felicidad es, por desgracia nuestra, incontrolable (no depende de conseguir los objetivos que nos hemos propuesto). Es muy sano para nuestra salud mental descojonarnos de nosotros mismos. Si te caes, reza para que alguien te sostenga. así que deja de despellejar al prójimo.

Ser agradecido te hará feliz. Otro gran mito difundido a bombo y platillo por los gurús de la autoayuda. La gratitud no nos asegura que vayamos a ser felices. Ayuda, pero no es la panacea.

¡Ah!, y recuerden: aun, aquí y ahora, estamos en derrota transitoria, pero nunca en doma.

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