El placer de algunos miembros de nuestro Ejecutivo autonómico por codearse con el poder central de Madrid es directamente proporcional al desprecio que dicho poder capitalino siente ante tan serviles y humillados representantes públicos que, por desgracia, son los nuestros.
Si debemos juzgar las posibilidades de José Ramón Bauzá de ocupar un ministerio por el caso que nos hace el Gobierno del Estado en nuestras reivindicaciones, Bauzá solo puede aspirar a okupar.
Pese a las numerosas visitas genuflexas de unos representantes políticos serviles y obedientes hasta la náusea de las órdenes de quien confunde Palma con Las Palmas, nuestra Comunidad sigue siendo objeto de vilipendio constante por parte de ese idolatrado poder central.
Y es que si Roma no paga a traidores, Madrid no paga a mediocres de islas diminutas. Solo paga a mediocres que aporten muchos votos.
Sin embargo, José Ramón Bauzá y su alegre muchachada no cejan en el empeño de ser acogidos en el seno protector de la caspa intereconómica, y cada día se proponen estrategias más meritorias para ser admitidos en tan selecto club, aunque sea para vaciar los ceniceros del poder.
La última muestra de la inquebrantable sumisión de nuestros lamentables dirigentes a los designios de la caverna ha sido el desprecio más absoluto que le han regalado a Carme Riera en su toma de posesión del asiento “n” de la Real Academia Española de la Lengua.
Mientras Carme Riera citaba a Unamuno en su discurso, Bauzá y su panda rememoraban a Millán Astray quien, al menos, no se ponía, o no consta, los testículos por montera.
Carme Riera ha manifestado que no echó de menos a los políticos de Baleares en la ceremonia de toma de posesión. La comprendo. En lugar de ante unos representantes balbuceantes que temían críticas que ni siquiera hubieran entendido, Carme Riera pudo hacer la mejor promoción turística y cultural posible de Mallorca ante sus amigos y colegas en el idioma que mejor utiliza, el del talento.
Bauzá no se rodea de gente más inteligente que él. Y los miembros de su equipo, tras superar tan complejo casting, han demostrado con creces la falta de virtudes que les han permitido ocupar sus cargos.
Lo cierto es que quizás fue un problema en la traducción simultánea entre el menorquín y el marratxinense, pero no me puedo creer que la Consejera de Educación y Cultura de las Islas Baleares no cambiara ni la más mínima impresión con su amo y señor Bauzá respecto al honor que supone que una mallorquina entre a formar parte de la RAE tras una trayectoria literaria digna de los máximos elogios y a la importancia de representar a las Islas en tal reconocimiento, aunque lo hubieran hecho a regañadientes y solo para no avergonzarnos más.
Mientras Carme Riera conferenciaba sobre literatura y Mallorca en términos elevados pero a la vez emocionados que darán la vuelta al mundo literario, nuestros gobernantes tenían “otras cosas que hacer”, según otra Riera, en este caso Nuria, lectora de notas de prensa quien ni siquiera supo poner una excusa mínimamente elaborada ante el lamentable papelón del Gobierno al que pone voz.
Creo que prefiero no saber qué otras perentorias ocupaciones acuciaban a nuestros gobernantes. Quizás Bauzá y los suyos tenían entre manos las conferencias de Jorge Campos sobre el trilingüismo, o algún libro de Vizcaíno Casas, o de Ricardo de la Cierva, y tan atrapados estaban ante semejante altura literaria que no pudieron interrumpir su lectura.
Quizás pensaron que dado que accidentalmente Carme Riera nació en Barcelona, no merece el título de mallorquina por ser pancatalanista e invasora.
Quizás por el vicio molesto de Carme Riera de escribir en catalán y no haber solicitado aun una traducción al b@leâ, nuestros gobernantes no han podido conocer la obra de Carme Riera, pero deben saber, para su tranquilidad, que existen traducciones al castellano estándar que les harán accesible su lectura, en caso de que así lo decidan.
O quizás concluyeron que avergonzándonos una vez más demostrarían su poder y su determinación en el exterminio sistemático de todo aquello de lo que podamos sentirnos orgullosos.
Lo cierto es que lo único que ha demostrado este gabinete de iletrados es que la ignorancia es muy atrevida, y que creyendo hacer un feo a Carme Riera se lo han hecho a todos los mallorquines, a nuestra sociedad y a nuestra cultura. No nos merecemos esto a pesar de haberles votado. No se les votó para que nos dejaran públicamente en ridículo.
A Bauzá y a los suyos les importará un pimiento Carme Riera, su obra y su entrada en la RAE. Pero ante semejante reconocimiento no hubiera estado de más que, por una vez, el Gobierno Autonómico hubiera estado mínimamente a la altura en cuestiones de Cultura y se hubiera dignado a representarnos en el acto, eso sí, guardando un prudente silencio para no ponerse en evidencia.