Esta semana he escuchado a la Directora General de Google para España y Portugal hablando sobre cómo crear en las empresas una cultura del bienestar para sus empleados. Fuencisla Clemares es una ejecutiva brillante que afirma haber crecido durante la pandemia, no solo a nivel profesional sino también personal. Ha tenido que adaptar su estilo de liderazgo para estar más cerca de sus equipos. En una organización como Google tan orientada a los resultados había que aligerar la presión sobre la plantilla porque el objetivo en los meses de confinamiento no era vender, sino estar al lado del cliente, escucharle y apoyarle. Algo así como el algoritmo convertido al coaching espiritual.
Explicó las mejoras nutricionales en sus menús de empresa, con la frutas y verduras a primera vista. Siguen ofreciendo snacks y chuches, pero ahora metidos en un cajón para no incitar a su consumo. Han puesto a disposición de los empleados psicólogos para realizar terapia de forma regular, y fomentan la actividad física y el deporte como parte fundamental de una vida más saludable para combatir la ansiedad y la depresión entre sus googlers. Clemares está convencida que en tiempos de zozobra los trabajadores se giran hacia las empresas en busca de certidumbres, pero en la media hora de su intervención ante un auditorio compuesto por más de 1500 directivos no encontró ni un minuto para referirse al rumor sobre despidos masivos en Google a nivel mundial.
A mí me parece que despejar esas dudas aliviaría la ansiedad de sus empleados mucho más que la práctica del yoga o esconder las gominolas en el comedor, sobre todo viendo cómo sus vecinos están pelando las barbas de sus plantillas. Twitter, Meta y Amazon han eliminado 25.000 puestos de trabajo de un plumazo. La Vicepresidenta y Directora General para Italia, España y Portugal de esta última compañía, Mariangela Marseglià, nos ofreció una charla magistral sobre inclusión y diversidad como motor de la innovación, pero olvidó mencionar el pequeño detalle de sus diez mil trabajadores que en breve engrosarán las listas del paro. Eso sí, se supone que serán desempleados de todo tipo de raza, género o creencia religiosa.
Todo esto y mucho más se escuchó esta semana durante el VI Congreso Internacional de Directivos que se celebró en Sevilla bajo el título “Empresas con duende”. Lo inauguró el presidente de la patronal de empresarios, Antonio Garamendi, que estuvo chistoso cuando se quejó, con razón, de la mala imagen que arrastran los empresarios. Recordó que en la serie de “Los Simpsons” esa figura lo representa un viejo avaro, contaminador y sin escrúpulos, y en “Aquí no hay quien viva” un hostelero racista, misógino y machista.
Al acabar las jornadas me pregunté si a ese estigma no contribuyen las intervenciones en público de ejecutivos de grandes empresas, en este caso tecnológicas, soslayando ante un auditorio tan cualificado el drama de los despidos masivos en sus empresas. Uno no se resigna a la mentira permanente de los políticos como estrategia para mantenerse en el poder, por eso mismo espera de los líderes empresariales con más talento algo de sinceridad a la hora de describir la situación de sus organizaciones, aunque en el trance pierdan parte de su duende, su glamour y su aura de éxito.
Ayer Alberto Núñez Feijóo clausuró la convención política organizada por el Partido Popular de Balears, y en su discurso repitió varias veces la necesidad de decir la verdad a la gente. A mí me pareció un acierto su insistencia, porque uno no acude al médico para que le cuente lo bien que está, sino para conocer la realidad sobre su estado de salud y recibir un tratamiento en caso de necesidad.
Reconozco la simpleza del símil sanitario, pero después de tantas horas escuchando charlas sobre excelencia, innovación, sostenibilidad, inteligencia artificial y tendencias del mercado, uno piensa que el pilar fundamental que debe sostener la actuación de un líder en tiempos tan inciertos como los que vivimos se resume en el acrónimo que mostró en su última dispositiva Enrique Sánchez, Presidente de Adecco Group en España: HUEFDCASG. Hagan Ustedes El Favor De Cuidar A Su Gente. Para el caso de los políticos, su gente no son los empleados de su partido, ni siquiera sus votantes, sino todos los ciudadanos.