Hoy no voy a hablar de la radio

Vaya por delante que este humilde director de medios radiofónicos, hoy no va a hablar de la radio, aunque éste sea su medio de vida al que se debe y una de sus grandes pasiones. Deber obliga. Me ahorraré el agradecer al más de un millar de invitados y oyentes que el pasado jueves nos acompañaron al equipo de Onda Cero en la celebración de nuestro primer cuarto de siglo de emisiones. ¡Ops! ¡Ya lo he vuelto a hacer! Pido disculpas al director y al editor de este medio digital que ya me han trasladado, así como quien no quiere la cosa, de que hago mucho panegírico de la radio. No me consta que a mi querido Jorge Campos le hayan leído la cartilla por hablar del Círculo Balear y de sus posicionamientos. Es lo que tiene. La cabra tira al monte, ya lo siento y mi tecla DEL no funciona. ¿Veis? Le doy y no borra. Le sigo dando. Nada, no borra. Así que seguiré escribiendo del tirón y a ver que sale. Aprovecho para despedirme de los lectores de mallorcadiario.com por si este artículo provoca mi despido fulminante por desobediencia flagrante y reiterativa a la cúpula directiva de este medio. O no, quien sabe.
No, no hablaré de radio, sino que hablaré de mallorcadiario.com, que uno tiene que masajear la mano que le da de comer y ayer los columnistas de este medio estuvimos muy bien agasajados en un estupendo berenar que disfrutamos ayer mismo en una de las terraza del Born de Palma. Si, si. En ese paseo exclusivo, pijo y botifarra que el pueblo debe recuperar, o eso dicen algunos, para su disfrute. Que yo, que tengo más de barriobajero venido a más, nunca había pensado que no era bien recibido en el Born ni en sus terrazas. ¡Con la de cafetitos que me he tomado yo allí! Ahora resulta que sentarme en alguna de las mesitas que salpican el centro de la milla de oro de Palma, con permiso de Jaime III, es cosa de caspa y casta. Si es que ya lo decían Ketama. Todo lo que me gusta, es inmoral, ilegal, engorda o te hace miembro de la casta.
Cort está tomando decisiones que me sorprenden. Más que nada por lo inútiles que resultan los debates que desde la casa de todos de mi ciudad se fomentan. Dejaré para otro día el asunto del monumento de Sa Feixina, que no acabo de entender, y me centraré en el afán de parte de quienes nos gobiernan hoy el día por demonizar las terrazas del Born. ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué formar lo que se ha formado para tratar de minimizar la actividad hostelera en uno de los puntos más importantes de la Palma turística? ¿A quien beneficiaría la retirada? ¿A quién molestan estas terracitas? ¿Quién, aparte de uno de los tres partidos políticos que gobiernan en el Ayuntamiento de Palma reclama la retirada de estas terrazas? ¿Por qué negar ese servicio a la ciudadanía y a los turistas que me visitan? No lo entiendo. Si quienes quieren quitar las terrazas del Born se dan una vuelta, digamos, por Paris, se volverían locos. La capital de la tierra de la liberté, la egalité y la fraternité llena cada recoveco de sus calles, plazas y zonas comunes con encantadoras mesitas –diminutas por cierto- que dan vida a esa ciudad, en la que habría que fijarse para algo más que para imitar el cobro de su tasa turística. ¿No les parece?
Pero no nos desviemos, que el editor y el director acechan. Prometí que hablaría de mallorcadiario.com y voy a hacerlo. Felicidades a este medio que cada semana me abre sus puertas por su nuevo logotipo y nuevo diseño. Mucho más moderno, atractivo, rápido y fácil de leer. Una modernización necesaria que, me dicen, ya ha supuesto un aumento de visitas y lectores en sus primeras horas de vida. Felicidades.
Hasta la próxima semana. Si me dejan.