Horrach y Castro

El Fiscal Horrach es una de esas personas a las cuales el pueblo llano le debería rendir honores: una calle en su nombre, una medalla de la Comunitat, un Premi Ramon Llull…, todo eso y más se merece nuestro fiscal. Una persona hábil en sus conferencias, docto en su trato con la canallesca mallorquina y los ejemplares medios de comunicación madrileños, duro con la corrupción, elegante con la Casa Real, y con una habilidad extrema para distinguir entre dos miembros de una misma familia en comunidad de bienes, uno imputado y la otra, si se puede, no. Un hombre que es capaz, además, de ejercer como fiscal y como abogado defensor en el mismo momento. Una mente privilegiada que huye de personalismos, de estrellatos, de fama. Un fiscal que actúa por igual con todos los ciudadanos, como queda demostrado en las decenas de veces que debe haber solicitado que se desimpute a la propietaria del 50% de una sociedad que ha robado. Una persona sin vínculos familiares políticos. Un independiente. Un nombre de hoy, moderno, actual. Un hombre capaz de cambiar el curso de la historia y hasta la Biblia: un Goliat con casco para que la piedra no impacte en su gran frente.

Nada que ver con el Juez Castro, un radical. Un radical perdido por su gusto musical capaz de interpretar “El Rey” junto a José Alfredo Jiménez, Pedro Vargas o María Dolores Pradera. Un hombre que va en moto! Debe ser ecologista... Un republicano condicionado ideológicamente. Un juez parcial, subjetivo e incongruente (Horrach dixit). Un hombre que se deja condicionar por los medios de comunicación, presionado por ellos, anulado por unos viles periodistas que dictan sus sentencias. Un juez contaminado por el 15M, el 11S, el 12O y hasta por el 25D. Un hombre que no merece ni calle, ni medalla, ni premio. Un juez que no acepta que la Justicia sea igual para todos y pretende imputaciones reales. Un hombre sin corbata y con chaqueta de pana, un comunista sin estilo. Un hombre de antes de ayer.  ¡Y un juez que cree que quien la hace la debe pagar! Una vergüenza, para aquellos que creemos que todavía existen clases o castas. Vaya, un extraterrestre. Un David que cree que puede vencer a Goliat, sin saber que Goliat es capaz de cambiar la historia, porque la historia se escribe en Madrid, no en la Vía Alemania.

Valoren ustedes mismos. Para mí no hay color entre el rey de los mariachis y el chill out moderno y actual. O sí, me quedo con el Negrete.

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