Con el nuevo reparto de los derechos de televisión, el Getafe, el Rayo y el Levante van a recibir de la Liga de Fútbol Profesional en concepto de ayuda al descenso, alrededor de quince millones cada uno.
El primero llevaba doce años en primera división. ¡Ojo! porque esta cifra les convertiría en los más ricos de la categoría, pues ningún club de Segunda A es capaz de manejar este presupuesto sin perder dinero.
Sin valorar el destino final de la ampliación de capital suscrita por Robert Sarver, que según Utz Claassen alcanza ya noventa por ciento del total, el Mallorca cerrará el ejercicio en curso con un déficit en torno a los cinco o seis millones de euros. Quizás calderilla o tal vez no para el banquero americano, tan desprendido que mantiene a un desconocido al frente de una inversión tan importante.
Tampoco sabemos cuál será la previsión de gastos para el año en ciernes, igual que no hemos sabido la de la presente temporada. Y no es una curiosidad baladí, porque esto es lo que va a descubrir las intenciones de la propiedad respecto a la planificación de una plantilla con aspiraciones de ascenso, más allá de los límites impuestos por la Liga que el pasado mes de agosto se ampliaron como por arte de magia y sin mediar demasiadas explicaciones.
Probablemente ésta ha sido la competición más fácil desde que la disputan veintidós equipos, hace dieciocho años pero, con seguridad, la más asequible para subir y no bajar de los diez más recientes. La próxima no pinta mal, pero las condiciones económicas apuntadas para los que vienen de arriba y el probable ascenso de un clásico como el Racing de Santander o el Real Madrid Castilla, supondrían una dificultad añadida.
Por desgracia, los problemas del club no afectan sólo al área deportiva, sin embargo es en ella y en las esferas intermedias donde Maheta Molango tendrá que hacer algo más que salir en todas las fotos para conseguir el objetivo que quiere vender. O barre incluso bajo las alfombras o más vale no apostar.