¿Hasta dónde?

Esos balones que antes entraban sin querer ahora marchan cerca del poste. Esas acciones pueriles de los defensas ahora las disfrutan nuestros delanteros. Aquellas nubes en ataque ahora son cielos abiertos. Esas dinámicas, las tan manoseadas dinámicas.

El Mallorca ha cambiado en tres partidos de una forma tan tremenda que es difícil reconocerlo de un simple vistazo. Sigue sin jugar mucho, pero ahora su discurso resultadista sí que tiene sentido. Gana, que no es poco, y eso en una categoría como la Segunda es oro. Por eso con tres triunfos seguidos uno se pregunta: ¿Hasta dónde será capaz de llegar?

A Karpin se le pueden criticar muchas cosas, pero no que haya agitado el once hasta dar con uno que ofrece un buen rendimiento. Kassim, Abdón, Bustos... inimaginable hace unos meses. El mallorquinismo es feliz. Y eso no es costumbre últimamente. Que dure.