¿Hacia el Gobierno de coalición PP-PSOE?
miércoles 15 de octubre de 2014, 19:58h
Nadie quiere hablar abiertamente del tema, ni entre populares ni entre socialistas. Pero la moderación del novel secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, hacia el Ejecutivo Rajoy y el trato tan deferente que le da Mariano a los socialistas empieza a escamar a mucha gente. Rajoy tiene el horno lleno de bollos. No sabe como enfriar el proceso soberanista catalán y comienza a ver claro que podría perder la mayoría absoluta en las generales del otoño del año que viene.
Por su parte Sánchez no sabe como deshinchar el grano Podemos. También se huele una importante pérdida de votos. Los resultados de las Europeas han sido demoledores para ambas formaciones. El resultado tras las generales podría ser un Parlamento de muy difícil gobernabilidad a no ser que le introdujese en España la fórmula alemana de la Gran Coalición. Solamente así los dos grandes partidos podrán afrontar dentro de poco más de un año los enormes problemas, entre los que se encuentra la salida de la crisis económica, la articulación de un pacto político de Estado con los catalanes y el establecimiento de un dique para frenar a los neoleninistas de Iglesias y Monedero.
Dentro del PP Balear se habla con voz muy baja de esta probabilidad y proviene de los mejor informados de lo que se está cociendo de verdad en Madrid. Respecto al PSOE, tal posibilidad ni se concibe en Balears, entre otras cosas porque las relaciones entre populares y socialistas son como el aceite y el agua.
Pero las sinergias madrileñas son diferentes y, a la postre, determinantes. Poco antes de fallecer, le preguntaron a Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, qué cuestiones más le preocupaban. Botín respondió: "El soberanismo catalán y el ascenso de podemos". Más claro, agua. Era una evidente invitación por parte del más importante banquero de España a los dos grandes partidos para que se pusieran de acuerdo para frenar ambas embestidas. Ahora mismo parece imposible que el PP pueda entenderse por sí solo con los catalanes. Cada vez que una de sus estrellas abre la boca sobre el asunto enerva a los catalanes. Los peperos tienen incapacidad patológica para comprender el asunto. Sin embargo, la propuesta de Sánchez de reformar la Constitución si puede ser un excelente paso de acuerdo. La izquierda española siempre ha tenido cartel en Catalunya; la derecha, jamás.
Por otro lado el centrista Sánchez no puede evitar que Podemos le arranque un buen puñado de diputados el año que viene. Solamente una salida a la alemana postelectoral puede salvar los muebles a ambas formaciones y, de paso, mantener el statu quo que ha sostenido la política española desde hace más de treinta años, incluida la institución monárquica.
Si PP y PSOE llegan a ponerse de acuerdo para formar coalición no será por gusto, será por obligación. O eso, o un cambio de régimen e incluso de fronteras que espanta a banqueros, grandes empresarios y a las autoridades de Bruselas.
Veremos en qué quedarán dentro de un año las trifulcas entre José Ramón Bauzá y Francina Armengol. De seguir así los derroteros madrileños, tal vez en gaseosa. Si los catalanes reconstruyen su bloque soberanista, y todo indica que será así a corto o medio plazo, en Madrid están forzados a hacer lo mismo por una mera cuestión de subsistencia. De lo contrario se les acumularán demasiados adversarios al otro lado del Ebro por un lado y en las barriadas periféricas y ciudades dormitorio madrileñas dominadas por Podemos. Es un frente demasiado amplio y peligroso tanto para el PP y como para el PSOE que les empuja al entendimiento.
En política sólo lo necesario es real, y sólo lo real es necesario.