Habemus papas fritas

GEMA MUÑOZ. Es innegable que Latinoamérica está de moda; tenemos nuevo Papa y  es Argentino, Francisco I es el primer Pontífice de habla hispana, pero por supuesto eso ya lo saben; pero lo que quizás no saben es que en el otro lado del “charco” las “papas”  son patatas, esa es la maravillosa diferencia de léxico entre dos mundos a quienes une una misma lengua, pero con el respeto por las diversidades propias de cada país. Ay ¡ si en Baleares pudiéramos hacer lo mismo, ser respetuosos con las diferencias, con la libre elección en el uso de uno de los pilares de la comunicación: la lengua; pero eso es harina de otro costal en la que ya entraremos otro día.

Volvamos a nuestro tema, los médicos confirman que una porción adecuada de patatas fritas no es del todo malo, incluidas las que se sirven en los establecimientos de comida rápida.

Evidentemente hablamos de cantidades moderadas, no de las cantidades que se consumen en lo que ya es una tendencia en Japón; se denominan “fiesta de las patatas”  comenzó el año pasado cuando un grupo de adolescentes decidió aprovechar su visita a McDonald’s y pidieron una cantidad descomunal de patatas, las volcaron sobre bandejas de servicio y tomaron fotos que  por supuesto distribuyeron en las principales redes sociales, Facebook, Twitter, blogs etc.

En un país donde dejar algo en el plato es un signo de descortesía, pueden entender el desconcierto de los empleados que están sirviendo cantidades descomunales de patatas fritas en los restaurantes de moda entre los jóvenes. En Corea del Sur donde ya se ha puesto de moda,  unos comensales ordenaron todas las patatas que les pudieran servir por 250 dólares, dejando pasmados a quienes les observaban a su alrededor.

Estas fiestas de atracones no son en absoluto positivas para la salud, no solo por el colesterol, ya que una porción promedio de patatas fritas asciende a los 200g, aportando nada más y nada menos que 760 calorías; también se traslucen implicaciones psicológicas, pues se trata de jóvenes en busca de estímulos, en busca de una subida de adrenalina, pero totalmente descontrolados; si nos atenemos a la definición del “trastorno por atracón” estamos ante un consumo inusual de grandes cantidades de alimentos a la vez, mucho más que una persona promedio, lo que claramente demuestra que es un fenómeno peligroso, que por desgracia ya amenaza con convertirse en la próxima moda en Europa.

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