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Guerra santa

Por Francesca Jaume
miércoles 03 de septiembre de 2014, 09:09h

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Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.


No lo digo yo, es el artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

El mecánico ceutí Abu Tasnim Al Magribi ahora vive en Siria y ha dicho que quiere volver a España. No quiere retornar porque añore su clima, quiera deleitarse con su paisaje, o disfrutar de su gastronomía. No, no. Su objetivo no es tan terrenal. Quiere regresar para ¡conquistar España!

Este joven yihadista piensa que entrará directo al cielo si da ‘muerte al infiel’, y no le parece repugnante aparecer en las redes sociales rodeado de cuerpos decapitados. Se complace en el dolor de quien no comparte su fe en Alá. No sé ustedes, pero a mi un loco con una bomba me aterra.

¿Cómo hacer entender a extremistas como éste que existe una Declaración de Derechos Humanos aceptada por la mayoría de estados que propugna la Libertad de Religión? ¿Existe una solución que no suponga un genocidio? ¿Se les puede explicar que el valor de una vida humana no se cuantifica por el número de no adeptos que pueda exterminar?

Las cifras divulgadas por los medios de comunicación arrojan que la mayor parte de la población israelí muerta en la contienda actual en la franja de Gaza y Cisjordania es de carácter militar, mientras que la ‘propalestina’ es civil. Es una distinción que debería de tamizarse, sobretodo cuando uno ve imágenes de niños (que imagino que se computan como población civil) que, ataviados con rifles y granadas, demuestran estar perfectamente instruidos desde muy pequeños en la causa de la Guerra Santa.

Ahora que los judíos ortodoxos cargan otra vez con la culpa de todos los males del universo, a mi me despiertan cierta simpatía en comparación con los miembros de Estado Islámico, Hamas, y los yijadistas chiitas, supongo que porque no temo a que venga ningún likudnik y explote una bomba ante la Seu.

Y mientras siguen desplegándose guerras en nombre de religiones que abogan por la paz, el señor Cañizares parece no haberse enterado de nada de lo que ha pasado en la cúpula de la Iglesia Católica y se presenta a su ceremonia de proclamación como arzobispo de Valencia con una capa color cardenal de más de cinco metros de largo que seguro habrá sacado el mismo color a Francisco.

Corolario: Esto pasa por estar seguro que hay vida después de la muerte.
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