Jaume Santacana

“Gira il Mondo, gira…”

Así empezaba la tonadilla de una canción que interpretaba el italiano Jimmy Fontana. ¡Que gran verdad! No passssa nada, tranquilos; segundos fuera y nervios templados.

En solo cuatro días, las famosas elecciones catalanas: 27S, fecha tabú. Tranquis, colegas, no se va a producir el tan cacareado fin del mundo. Nada de nada. Únicamente quieren marcharse sin mancharse ni ensuciar nada. Se trata de un movimiento civilizado, sonriente, pacífico, resultón. Obervamos, en estos últimos días, un cierto nerviosismo en las filas herederas, ideológicamente, de Blas Piñar: Federico Jiménez Losantos y sus acólitos  se muestran soliviantados y un algo desquiciados, como el Betis cuando, inquieto por jugar en segunda división (ahora Liga Adelante), suspiraba por el merecido ascenso. Los panfletos inflamados de don Federico rezuman odio por todos sus poros y ensalzan el insulto generalizado sin intentar entender o comprender los anhelos de algún millón de personas humanas; todo es “negatifo” (en pronuncia de Van Gaal); todo es perverso, todo es asco y vómitos, sin matiz alguno, sin perdón, sin piedad.

En el bando contrario (en los que se van, en brillante expresión del gran Casta) la ilusión es su máxima y la esperanza – blanca por supuesto- su objetivo. Nada más: solo quieren marcharse. No tienen intención ninguna de destruir nada (la Sagrada Familia de Barcelona no sufrirá el mismo fin que Palmira…), no piensan en dañar a España, ni saquear sus monumentos, ni colgar a nadie del palo de la bandera de la plaza de Colón. De hecho, lo único que han deseado es votar: saber que piensa la ciudadanía. El ya clásico inmovilismo del partido de don Mariano, junto con la tambien clásica adquiescencia del neoprogresismo que promueve Pedro Sanchez (gran aficionado a la pólvora y a los fuegos artificales) han conseguido blindar cualquier atisbo de pacto o negociación con la excusa de qué no se puede hablar, jamás, de “según que cosas”. Disraeli, el enorme político británico se carcajea en su eterno descanso. Falsa democracia imperial; recuerdos, en sepia, de Flandes, Cuba y Filipinas.

Los “que se van” (porqué se van…) no tienen ninguna intención de anexionarse Baleares, ni Valencia, ni Aragon ni nada de nada. Sólo quieren irse…y como de puntillas no les han dejado, pues un portazo alegre y distendido va a ser la última solución.

Y si no pueden marcharse ahora por voluntad de las urnas (contrarias a sus honestos deseos) aceptarán tranquilamente las decisiones pertinentes, muy democráticamente, y esperaran a una ocasión más propicia. En cualquier caso, por favor, la parte contraria debería abstenerse de seguir insultando, de mantener un estado permanente de amenazas y miedos eternos y – ya pidiendo imposibles- proponer alguna salida positiva al conflicto político; porqué sí: es político.

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