Garzón

Lo comente en su día y lo repito, deberíamos avergonzarnos de la”caza y captura” del Juez Baltasar Garzón. Escribo “Juez” y no “ex Juez” porque creo que hay personas que llevan su profesión
chutada en las venas y que la honran, estén o dejen de estar, en n momento dado de su vida en ella.

A Garzón lo masacraron profesionalmente en una época en la que todavía no estaba de moda denunciar la corrupción y las formas mafiosas en voz alta. Se dijo, sí, pero con la boca pequeña, y
fueron pocos los que se atrevieron.

Si se diera ahora, la conjura inquisitorial contra Garzón, algún medio de comunicación lo auparía hasta convertirlo en mártir, e incluso, me atreveré a decir, hasta conseguir que su expulsión de la carrera judicial no fuera posible so pena de ser dilapidado a insultos en plena calle, por miles de ciudadanos, convertidos, por arte de la comunicación, en vengadores improvisados.

De igual manera que los opositores de un desahucio ya no son cuasi delincuentes, como antes, sino héroes ejecutores de la voluntad de millones de telespectadores ávidos de justicia de derecho natural.
Afortunadamente, quien vale de verdad, se reinventa, y Garzón se ha reinventado. Defensor ahora de las causas humanistas globales, aboga por la aplicación rigurosa de las normas internacionales de protección de los Derechos Humanos, desde su Fundación.

En nuestro País (y Países en reivindicación) somos envidiosos. Garzón lucía demasiado y, los de siempre (los mediocres sin empatía por nada ni por nadie que no sea su propio triunfo), creyeron que habían acabado con él. Ya veremos ahora, con el libro que publicara la Editorial Planeta a finales de año, quien va a reír el último.

A mi me da la impresión (por la entrevista en televisión del miércoles pasado), que vuelve a la carga de puntillas. Enarbolando banderas moralmente victoriosas y judicialmente (hasta ahora) derrotadas, pero banderas un poco desgastadas.

No creo que aguante demasiado en ese andar de puntillas. Las personas como Garzón, tarde o temprano, vuelven a llamar la atención por un motivo u otro. Es inteligente y mediático, una mezcla nada recomendable si, a la vez, se es buena persona.