Fútbol en jornada de dolor

Escribir de un partido de fútbol, por mucho que acabe la competición y el Mallorca se juegue la vida, en un día tan luctuoso, me resulta muy difícil. Quien se la ha jugado y la ha perdido ha sido el joven Lluis Salom, hijo y nieto de moteros que han rendido a su dios el sacrificio de su vástago. Permítanme compartir el dolor.

Pero el mundo no se para y cada vez hay menos tiempo para las cosas verdaderamente importantes. La actualidad devora noticias a tal ritmo que hasta cuenta aquellas que no lo son, como es el caso de la mayoría del planeta fútbol, tan vacío, sobrevalorado e intrascendente salvo por sus derivaciones económicas.

Pasemos por alto las insinuaciones de unos y de otros, aunque quien ha removido la turba ha sido lamentablemente Maheta Molango, que sigue buscando fantasmas en castillos etéreos y justifica su ignorancia y mala gestión en torpes apariciones públicas.

Hablemos pues del Valladolid. Va por el tercer entrenador que, Alberto que, a pesar de los pocos partidos que lleva no ha conseguido mejorar los resultados de sus dos predecesores, Gaizka Garitano y Portugal. De hecho es uno de los peores equipos como local, para disgusto de la afición de Pucela, solamente superado por el Athletic, y el Huesca. Un equipo obligado a luchar por el ascenso y que ha evitado problemas a última hora, aunque una jornada antes que su visitante.

Es decir, se enfrenta uno de los peores anfitriones contra uno de los peores invitados, el Mallorca, que se presenta en el Nuevo Zorrilla con únicamente dos victorias en sus desplazamientos: Huesca y Ponferrada. Un choque sin argumentos en ninguno de ambos bandos. Una moneda al aire cuya caprichosa caída decidirá el futuro al menos de uno.