Funcionarios

Todo el mundo tiene un amigo funcionario. Puede parecer fácil ser empleado público. Tampoco se parten el espinazo, claro. Y tienen trabajo seguro, al menos más seguro que la mayoría. Nadie les controla. Desayunan una hora o más. A menudo aprovechan esa salida, la del desayuno y se pasan por el mercado. Alguno ha sido visto en la peluquería incluso. Y más, porqué corren muchos tópicos sobre la figura del funcionario. Exageraciones e incluso verdades muy vergonzosas.

Después está la figura del funcionario sindicalista. Pero eso es harina de otro costal.

Todo es rebatible, y ser funcionario no es siempre ni tan fácil ni tan sencillo. Están ahí porqué han pasado una oposición. Aunque sí, su puesto de trabajo tiene un horario muy goloso para la mayoría, y a les 15.00 horas muchos de ellos han fichado la salida, también se han preparado para disfrutar de esas condiciones laborales.

Si queremos ser funcionarios, preparémonos para ello.

A lo que casi nunca parece que le echemos un vistazo es a la responsabilidad moral y personal que supone ocupar una plaza en la administración pública, o sea, se realiza un trabajo de servicio a la comunidad, ésa misma que paga los sueldos públicos con sus impuestos y su sudor, hoy en día.

También paga los sueldos de los políticos, aunque pocos lo agradezcan. Hoy correremos un tupido velo sobre el tema, y lo dejaremos en el cajón junto con la figura del funcionario sindicalista.

Sí, el trabajador público es un servidor de la sociedad, y está para ayudar y dar respuesta al ciudadano. Su actitud frente a éste debe ser de atención, solución y trato correcto.

A menudo nos encontramos con el borde señor de la ventanilla siete. O aquél que ha dormido mal y al que le molestas. Incluso está el perdonavidas. Frente a éstos, a menudo nos encontramos con trabajadores muy correctos y eficientes, a los que en la despedida solemos agradecer que sean tan amables.

Supongo que la atención al público no es fácil. Es más, es difícil. Y luchar contra la burocracia que genera una administración anquilosada, lenta, anticuada y poco resolutiva no ayuda a dar respuesta rápida, a tramitar con la celeridad que algunos ciudadanos necesitan o que muchos funcionarios desearían.

Queda mal y es obligación del trabajador público demostrar, o simplemente disimular y que lo parezca, demostrar digo que sí, que el ciudadano es lo primero, que su trámite es urgente y les interesa a ambos que sea resuelto rápidamente.

Y si hasta la Constitución quedó anticuada, imagínense lo que podría salir de cualquier rincón de una administración rancia y dirigida, en muchos casos, cual reino de Taifas.

También es verdad, hay sensibilidad y responsabilidad moral en el funcionario público, y si no nos tratan bien, denunciémoslo.

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