Formentera, pequeña isla paradisíaca del Mediterráneo, con una población censada en 2015 de 11.878 habitantes, es un conjunto de pueblos semi-fantasmas en invierno y un auténtico “abeller” en verano, pero con una buena convivencia.
Las normas de convivencia se siguen a raja tabla sin que haya apenas altercados, cosa que en otros sitios -como en la vecina Eivissa- pasa más bien al contrario, donde ocurren muchos más de lo que sería deseable.
Si nos centramos en el tema de los vehículos y conducción en general, la sorpresa ha sido mayúscula al poder observar la cantidad ingente de vehículos de dos ruedas motorizados (ciclomotores y motocicletas). Las cifras hablan por sí solas: más de 10.000 vehículos de este tipo, y creciendo, además de un parque automovilístico de más de 8.000 automóviles.
Si tenemos en cuenta que la población en verano puede llegar tranquilamente a los 35.000 habitantes (más del triple de los censados), esta cantidad de motos y coches no llama tanto la atención.
En un sitio como Formentera no podían faltar los vehículos eléctricos, lo cual viene auspiciado por un aumento de los puntos de recarga. Casas de alquiler como OK Cars han apostado por ofrecer a sus clientes vehículos de este tipo como los Nissan Leaf. Otras casas de alquiler de motocicletas también ofrecen sus vehículos de dos ruedas enchufables a sus clientes, aunque estas últimas no tienen tanta demanda.
A efectos prácticos, se producen menos accidentes de los que a priori podría preverse; de los conductores de estas motocicletas hay muchos que no han tocado un vehículo de este tipo en la vida, cosa que se nota por la manera de conducirlo o porque incluso son capaces de manejarlas yendo por el carril bici. Incluso así no hay demasiados accidentes para lo que podría ser.
No había visto ningún lugar donde, yendo en moto, tuvieras que dar dos vueltas para encontrar un pequeño hueco donde poder aparcar tu diminuta motocicleta, o que entre coches aparcados hubiera en medio una moto – o dos-, sin que hubiera manera de maniobrar para poder sacar tu automóvil del lugar de estacionamiento en cuestión.
Yo, particularmente, lo atribuyo al hecho de que no se ve un excesivo consumo de alcohol y que mucha gente conduce con pies de plomo, sin brusquedades, al ritmo que marca la propia isla.
Otra cosa que me ha llamado poderosamente la atención es que no hay ni un sólo semáforo y que eso no es un problema en absoluto; a eso me refería cuando hablaba de civismo o de normas de convivencia básicas.
El último aspecto que quiero resaltar es el de la poca presencia policial, exceptuando en algún mercadillo. De hecho, los controles de alcoholemia brillan por su ausencia, al menos en el tiempo en que he podido estar en esta maravillosa isla mediterránea.