Puede que el descenso a tercera división se decida sin agotar las 38 jornadas del calendario. No me refiero a que la lava ardiente de ese volcán alcance in extremis al Olot o el Atlético Saguntino, este último en caída libre, sino a la doble confrontación que se libra esta semana y la próxima con las batallas que dirimirá el Llagostera primero en Eivissa ante la Penya y a renglón seguido en su propio feudo cuando reciba al Atlético Baleares. Dos jornadas decisivas para determinar el futuro de los tres equipos salvo sorpresas y, repito, sin tener en cuenta, al resto de invitados entre los que también se encuentra el Formentera. En este punto se me antoja más apasionante la lucha por evitar la debacle, que la guerra por el título en la que ni el Villarreal B ni el Elche deberían inquietar la posición del Mallorca.
¡Ojo a los empates que exijan recurrir a los golaverages!. Los ibicencos salen vencedores de sus confrontaciones ante mallorquines y catalanes que, a su vez, aventajan a los hombres de Juan Arsenal. No perdamos de vista los resultados producidos durante la liga porque podrían ser los jueces de la ecuación. Dicen los entendidos, al margen de que en el fútbol lo somos todos, que en tales situaciones sale vencedor aquel equipo que mejor sabe manejar la ansiedad y la presión. No caeré en la tentación de aventurar mi quiniela porque no he visto lo suficiente a ninguno de los asistentes al sarao que se avecina. En realidad este final de liga y por lo que se refiere a la cola de la tabla, constituye un play out con todas las de la ley.