La práctica totalidad de los países europeos han eliminado ya la obligación de llevar la mascarilla por la calle. En plena reducción de contagios por coronavirus en el continente, Francia y Reino Unido han sido los últimos en unirse a otros países como Portugal, Bélgica, Polonia y Hungría, que ya eliminaron esta obligación hace meses. También Alemania ha relajado la medida, haciendo obligatorio el uso de mascarillas FFP2 únicamente en el transporte público.
España se muestra conservadora al respecto, aunque son muchas las comunidades que abogan por acabar con esta obligación para sus ciudadanos y seguir el paso emprendido por Europa. De hecho, la decisión -esta semana- del Ministerio de Sanidad de mantener la obligatoriedad las mascarillas en exteriores ha dividido a las comunidades autónomas: algunas como Madrid, Cataluña, Castilla y León o Galicia exigen ya su inmediata eliminación, mientras otras entienden que la aún medida es eficaz para luchar contra la pandemia.
Baleares se ha sumado tímidamente al primer grupo de comunidades citado al pedir la presidenta Armengol que la obligación de la mascarilla al aire libre se retire lo antes posible, pero asegurando a la vez que aún es pronto para hacerlo. Esta posición ambigua es compartida con la propia ministra de Sanidad, Carolina Darias, quien ha insistido en que el uso de las mascarillas en exteriores es "temporal" mientras asegura que cada vez está "más cerca" su modulación si el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud así lo acuerda.
A estas alturas, los científicos también discuten la efectividad de la mascarilla en exteriores como medida determinante para frenar el virus. Máxime cuando la normativa vigente permite quitársela cuando se entra en un bar o en un restaurante.
La lógica aconseja ir abandonando la mascarilla en la calle y afianzar la protección contra la Covid mediante la vacunación, un aspecto que en Baleares ha sufrido una ralentización, sobre todo en algunas franjas de edad. Son Dureta ha abierto esta semana ocho nuevas líneas para contrarrestar el bajo ritmo de vacunaciones contra el coronavirus. Ese parece un camino más acertado que seguir exigiendo mascarillas en espacios abiertos y ventilados.
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