Muchas de las fiestas multitudinarias que se celebren en locales estas Navidades no tendrán los permisos en regla. Es la denuncia de la Asociación Balear de Ocio Nocturno y de Entretenimiento (ABONE), cuyos responsables señalan a las autoridades municipales como responsables de permitir unas ilegalidades que pueden tener serias consecuencias para la seguridad de quienes acudan a esas fiestas.
El fenómeno no es nuevo. Hace dos años una fiesta en el local Ses Germanes de Marratxí, previamente denunciada por ABONE por carecer de permisos, fue escenario de un incendio que provocó el desalojo de más de 2.000 personas, varias de las cuales tuvieron que ser atendidas por intoxicación en el Hospital de Son Llàtzer. Los riesgos que corren este tipo de eventos son elevados, al no haber inspecciones previas por parte de los ayuntamientos en las que se garanticen los aforos, las salidas de emergencia, los controles de acceso, las condiciones sanitarias o las pólizas de seguros ante cualquier eventualidad.
Habitualmente, los ciudadanos que acuden a este tipo de fiestas desconocen los pormenores legales, por lo que se ponen en riesgo si consideran que todo está perfectamente organizado y garantizado. La situación no sólo reviste una flagrante competencia desleal con aquellos empresarios del ocio que cumplen con la normativa, lógicamente exigente, que les obliga a destinar recursos para garantizar la seguridad de sus clientes. Es, sobre todo, una circunstancia que pone en evidencia la irresponsabilidad de las administraciones municipales que toleran que episodios así se sigan produciendo año tras año.
La situación es especialmente grave en ayuntamientos como los de Calviá o Palma, donde las denuncias de irregularidades que realizan empresarios del ocio sobre determinadas fiestas ilegales suelen tener el silencio por respuesta.
Es necesario que los ayuntamientos se tomen en serio estas ilegalidades de forma que se puedan adoptar medidas contundentes contra cualquier situación de este tipo. No hay que esperar a que se produzca una desgracia; basta con hacer cumplir la ley a todos por igual y no poner en riesgo a los miles de ciudadanos que simplemente deciden acudir a una fiesta.