Tal y como sucede cada 11 de noviembre, La Seu ha servido como escenario de la esperada 'Festa de la Llum', una tradición cultural histórica de origen griego y romano que fue cristianizada por el papa Gelasio en 496. Más de un millar de personas han disfrutado de un espectáculo que ha sido emitido por 'streaming' a través de la página web de la Catedral, así como en sus perfiles oficiales de Facebook y YouTube.
Los madrugadores que se han acercado este lunes hasta La Seu han podido entrar en su interior para disfrutar viendo como el rosetón que preside el altar mayor se ha reflejado con todos sus colores y detalles, los 1.115 vidrios que lo componen, sobre la pantalla de piedra. Se trata de un fenómeno muy singular que es posible gracias a la conjunción de una serie de factores, que no se dan en ninguna otra catedral de Europa.
'La Festa de la Llum' es un acontecimiento único y fugaz, que se celebra cada 11 de noviembre y 2 de febrero, cuando la luz del sol que entra por el rosetón mayor de La Seu -uno de los mayores rosetones de las catedrales góticas europeas, también conocido como el ojo del gótico- se proyecta justo bajo el rosetón de la fachada interior del portal mayor.
El fenómeno lumínico consiste en la proyección cromática del rosetón sobre la pared de delante, justo debajo se visualiza el rosetón opuesto, de forma que durante un corto periodo de tiempo se pueden contemplar los dos rosetones. uno debajo del otro, formando la figura de un 'vuit' (un 'ocho').
UN ACONTECIMIENTO ÚNICO
Los motivos que producen el efecto están relacionados con la construcción del templo sobre la mezquita que se erigía en el mismo entorno, que determinó su planta basilical, y fue fabricada desde el siglo XIII hasta la década de 1630; y la combinación entre las dimensiones de la nave central y la ubicación del rosetón mayor que, con un diámetro de cerca de 12 metros, hace que ambas estructuras estén perfectamente alineadas.
Además, la construcción de la fachada principal tuvo lugar en tres etapas cronológicas, entre los siglos XVI-XVII y XIX, y presenta dos frontales diferentes, tanto en el interior como el exterior, marcando la ubicación actual del rosetón visto desde el muro interior.
También influye el hecho de que la finalización del proyecto de instalación de los vitrales en todos los ventanales y óculos disponibles de la Catedral, empezó a finales del siglo XIX y su última fase coincidió con las prescripciones litúrgicas del Concilio Vaticano II, por lo que, las condiciones de entrada de luz permanecen estables desde 2010, cuando se acabaron las obras de restauración del rosetón mayor.