El atractivo que poseen los faros de Balears desde un punto de vista cultural, arquitectónico y paisajístico, ha hecho que sean considerados auténticas joyas de nuestro litoral, con un evidente potencial turístico. Los planes de la Autoridad Portuaria de Balears (APB) de transformar estas infraestructuras emblemáticas en desuso en hoteles u otro tipo de establecimiento turístico, se está topando con la oposición de entidades como GOB y ARCA. En breve saldrá a concurso la adjudicación de tres faros en Mallorca (Sóller, Portocolom y Cap Blanc) y uno en Menorca (Ciutadella) y al parecer el interés despertado entre los inversores es máximo.
Las entidades proteccionistas y ecologistas han expresado su preocupación por el futuro de los faros y piden que tengan un uso prioritariamente cultural, evitando su privatización y fomentando el uso público de los mismos. Al respecto hay que decir que la principal amenaza que se cierne sobre estas instalaciones es el desuso y el abandono, lo que sin duda será combatido dándoles un uso turístico que los haga rentables, atractivos y accesibles al público. Su explotación turística con criterios de excelencia, sostenibilidad y preservación paisajística, como han hecho exitosamente otras comunidades autónomas costeras, es garantía de su preservación. Oponerse a que los faros puedan ser explotados y rentabilizados es un error. Quienes defienden esta postura no pueden ignorar la cuantiosa inversión que requiere un adecuado mantenimiento de unos edificios en desuso. La solución más acertada es la explotación turística en régimen de concesión, con criterios exigentes y de apertura al público. Otras opciones que supongan un gran coste económico para las arcas públicas, no son ni realistas ni viables.