Experimentos, en casa

No, Vázquez no se la va a jugar. Una cosa son los ensayos de pretemporada y otra los estrenos de cada semana. Ya no lo hizo en su anterior etapa como entrenador del Mallorca. Los platos rotos los pagaron entonces futbolistas como Pep Lluis Martí quien, igual que ahora, encontró fortuna y reconocimiento en otros lares, o Julián Robles, debutante destacado en Turquía en partido de vuelta de la Copa de la Uefa y del que desde entonces nunca más se supo.

Por mucho que Molango quiera presumir de fichajes y Andy Kohlberg, accionista, hablen de un proyecto a diez años, ni siquiera los Pleguezuelo, Dalmau, Pol Roigé, Alberto López o Fernando Cano van a aguantar tanto. La afición si, lo que le echen. Está demostrado.

El técnico gallego ejerce. No arriesgará en todo el año. Ha llenado la plantilla de veteranos y en ellos descargará tanto su confianza como su responsabilidad. Pero nadie podrá discutirle que viene hablando de la obligación de ascender desde la temporada pasada y no ha cambiado para nada su discurso, contrapuesto al del primer ejecutivo del club. Las necesidades económicas de un Deportivo en precario le sacaron de sus clases de inglés tras seis años sin equipo. Se le presentó una oportunidad, seguramente la última de su carrera, para retirarse en primera división, privilegio que en su casa le negaron y aquí le han regalado. No la va a tirar por la borda por una promesa de futuro, ya que su mañana particular es el más riguroso presente. Veremos cómo le sale, pero lo chicos de la “fábrica” que se vayan olvidando.

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