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Eutanasia vs cuidados paliativos

Por Agustín Buades
domingo 13 de mayo de 2018, 03:00h

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Esta semana se aprobó a trámite en el Congreso de Diputados la proposición de ley sobre la eutanasia en España, un primer paso para su aprobación. Los políticos que propugnan legalizarla la presentan como la respuesta a una demanda social para garantizar una “muerte digna” que ahora no estaría asegurada. En cambio, los expertos en cuidados paliativos, los que tienen la experiencia diaria de la atención a pacientes terminales, son los más reacios a este tipo de actuación; para ellos, lo que hay que hacer es formar a los médicos en cuidados paliativos y dedicar recursos a este sector, porque cuando un paciente esté bien cuidado, no pide la eutanasia.

Las demandas para legalizar la eutanasia alegan, en primera instancia, la necesidad de evitar sufrimientos intolerables al final de la vida. Por su parte, los expertos en cuidados paliativos aseguran que hoy podemos aliviar la mayor parte de los sufrimientos, y, si es necesario, sedar al paciente terminal, como ya permiten las leyes actuales.

Para la gran mayoría despenalizar la eutanasia no supondría un derecho más, sino un poco más de conflictos interiores, de tensiones familiares, de sentimientos de culpa, de incomodidad y de angustia. Sería una ley para apaciguar su miedo a un sufrimiento lejano y potencial, cuando los que están en la situación real e inmediata lo que reclaman es que se cumpla la promesa de aliviar el sufrimiento, de un fin de vida que siga siendo vida hasta el final y de una muerte humana que no les quite nunca su dignidad.

El objetivo de la atención paliativa es ayudarles a vivir con dignidad hasta su muerte. Lo que incluye, además del alivio del dolor, el control de los síntomas y el bienestar psicológico y espiritual, pero en ningún caso la eutanasia y el suicidio asistido, por mucho que algunos sectores quieran hacerlos pasar por “muerte digna”.

Considero que la eutanasia y el suicidio asistido vulneran la ética médica, socavan la relación de confianza entre médico y paciente, y, en cualquier caso, no deben integrarse en la práctica de los cuidados paliativos.

Muchas veces se presenta la eutanasia y el suicidio asistido como medidas compasivas para responder a las demandas de personas con grave discapacidad.Sin embargo, la realidad es que ningún grupo de personas discapacitadas apoya el suicidio asistido. Y han aclarado que "la gran mayoría de los discapacitados no solo no las comparten , sino que muestran una actitud totalmente contraria a su pensamiento", que es "a favor de la vida y de la normalización socio-familiar de nuestro colectivo". Lo que piden es ayuda para vivir, no para morir.

Hay que pedir a los políticos que, antes de legislar sobre la eutanasia, hablen con los discapacitados, ya que son personas a las que la ley puede afectar más. Además, en el caso de legalizarla, también estarán enviando el mensaje, a todos sus compatriotas discapacitados, de que sus vidas son de alguna manera menos valiosas y de que no merecen protección por ley. Es un paso muy peligroso, y toda sociedad civilizada debe evitarlo.

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