Hace 40 años, en la UIB, se pusieron en marcha los estudios en medicina. Fue un proyecto nacido y basado en el voluntarismo. Se inició sin medios, sin recursos, sin planificación y el fracaso fue estrepitoso. Las clases eran de muy baja calidad, las aulas no estaban preparadas, las prácticas inexistentes, el seguimiento del programa formativo caótico y no se habían habilitado recursos económicos para pagar a los docentes... A los dos años, la iniciativa se interrumpió bruscamente. Dejaron literalmente colgados a unos doscientos alumnos. Muchos se quedaron en el intento. Sus ilusiones frustradas. Los más resolutivos y con medios personales, iniciaron un largo peregrinaje por las universidades de la península. Algunos, por la vía de la súplica, fueron aceptados en otras facultades, y continuaron su formación. La experiencia vivida y contada por sus protagonistas, fue traumática. Desde entonces y como el Guadiana, han ido apareciendo nuevos intentos. Entre los más significados, cabe recordar la jornada organizada por la UIB, la Consejería de Sanidad y la Fundación Barceló, a modo de conferencia sectorial, en el auditorio del Diario de Mallorca, en 1994, tomando como referencia la Facultad de la Laguna en Tenerife. Se volvió a intentar, a partir del año 2002, desde el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud (IUNICS). Estas iniciativas seguían siendo voluntaristas, huérfanas de apoyo político, sin recursos específicos y con opiniones enfrentadas sobre su idoneidad. En el año 2007, la práctica totalidad de las formaciones políticas se presentaron a las elecciones autonómicas con la promesa de impulsar la creación de una Facultad de Medicina. También se contaba, por primera vez, con el apoyo explícito de las organizaciones sanitarias. El último intento fue en el año 2010. Se redactó un proyecto que contemplaba la creación de los estudios de medicina desde el primer año. El currículo formativo se basaba en el de la Universidad de Barcelona. El proyecto fue aprobado por el Ministerio de Educación. En el impulso final, la comunidad educativa se mostró dividida y fue abortado, en última instancia, desde el ámbito político, por falta de financiación. En España, en ocho años, se ha pasado de 28 a 40 facultades y de 3.500 alumnos, a los 7000 actuales. Es el segundo país del mundo con más facultades. Esta misma semana, se ha hecho público un estudio que muestra que el número estudiantes de medicina es superior al de las necesidades y que cada año, 1000 licenciados no pueden acceder a la formación especializada imprescindible para ejercer. El Foro de la Profesión Médica, integrado por la Organización Médica Colegial (OMC), la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), la Federación de Asociaciones Científico Médicas de España (FACME), la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina (CNDFM), el Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud (CNECS) y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), ha solicitado de forma unánime la fijación de números clausus y que se frenara la apertura de nuevas facultades. Aun así, en Baleares y como excepción a la norma, siguen dándose las condiciones para impulsar definitivamente los estudios de medicina. Es la única comunidad, con la Rioja, que no tiene facultad propia. La implantación de los estudios en Medicina promueve la actividad investigadora, integra y aumenta los recursos dedicados a la Medicina y mejora el nivel general de la profesión. Sin embargo, para evitar antiguos errores, imprevisiones y expectativas frustradas, falta definir de forma precisa, participada y transparente el modelo, los plazos y la financiación.
