TEATRO - CRÍTICA

"Escuadra hacia la muerte", teatro denso y de calidad que interpela

teatro escuadra hacia la muerte
El público aplaudió generosamente actores al finalizar la obra

“Escuadra hacia la muerte”, una obra de Alfonso Sastre (Madrid, 1926 – Premio Nacional de Teatro 1986)) coproducida por el Centro Dramático Nacional y Metraproducciones que trajeron este sábado a Can Ventosa, con dirección de Paco Azorín y con un elenco brillante: Jan Cornet, Iván Hermes, Carlos Martos, Agus Ruiz, Unax Ugalde y Julián Villagrán en el papel del tiránico cabo Goban, que a menudo recuerda al capitán Bligh del buque Bounty en ‘Motín a bordo’ .

Solo la escenografía, de un nivel teatral poco habitual por estos lares, dejó con la boca abierta al público que prácticamente llenó el teatro. Un escenario con dos niveles, dos cubículos uno sobre el otro unidos por una trampilla y una escalera de vertical que logra introducir al espectador en un ambiente claustrofóbico que pronto hace mella en los protagonistas de la obra.

Cinco soldados y un cabo al frente de una escuadra de una imaginaria tercera guerra mundial, donde permanecen escondidos a la espera de una ofensiva que les hará entrar en combate y donde todos ellos saben que se enfrentan a lo desconocido y a la más que probable muerte. Jóvenes que saben que sus actos anteriores de indisciplina les llevan al matadero que es la primera línea del frente de la guerra.

Bajo esa brutal y sobrecogedora presión, acrecentada por despótico mando del cabo Gobán (magníficamente interpretado por Julián Villagrán, que pronto consigue hacerse odioso hasta para el espectador), afloran los conflictos internos de cada uno de los militares y también los conflictos entre ellos. El drama acaba por desatarse y cada uno de los personajes lo resuelve a su manera.

La obra entera, densa y a ratos lenta y espesa, es una reflexión sobre la muerte y sobre la vida y sobre la propia existencia, que interpela al público continuamente, hasta el punto de ponerse en el lugar de los protagonistas e imaginar qué haría uno mismo llegado el caso.

Además, la irrupción de instrumentos musicales que son tocados por los actores va añadiendo presión a la atmósfera, gris y penumbrosa, cerrada y agobiante, de donde nada bueno puede salir.

Teatro de gran nivel en el Espai Cultural de Can Ventosa, con un montaje espectacular donde como ya se ha dicho destaca la escenografía y el vestuario, sin dejar atrás la iluminación y los efectos visuales sobreimpresionados en la pared del cubículo a modo de pantalla.

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