Esas vacaciones

Vaya por delante que quienes tenemos la suerte de disfrutar de un puesto de trabajo debemos sentirnos muy afortunados. Cierto es que la suma de preparación, esfuerzo y pasión suelen desembocar en la aparición de oportunidades laborales que estamos llamados a aprovechar a fin de cubrir una necesidad vital que nos hace crecer como personas y nos permite sentirnos útiles y productivos en nuestra vida en sociedad. Necesitamos trabajar no solo para contar con los recursos económicos mínimos que nos permitan vivir dignamente, sino también para ser mejores personas y para aportar, cada uno a su modo, un pequeño granito de arena en el seno de nuestra comunidad. Estamos aquí por algo y todos tenemos aptitudes que merece la pena poner al servicio de los demás.

Luego cada uno debe evaluar lo que considera encontrar un buen trabajo. Hay quien piensa que el mejor trabajo es, sencillamente, el mejor pagado; los hay que, decididamente, se dedican a aquello que les reporta una determinada cuota de poder y reconocimiento social; también hay quien nunca ha tenido realmente claro qué le gusta, de modo que acaba trabajando en algo que tampoco sabe muy bien si le gusta demasiado. Lógico. En cualquier caso, sea cual fuere la finalidad, cualquiera que sea la meta perseguida, resulta clave que aquello que viene a ocupar gran parte de nuestro tiempo, de nuestro día a día, eso en lo que invertimos gran parte de nuestra vida, nos apasione. Podremos ser emprendedores, dirigir una empresa, gestionar una familia, trabajar como funcionario público, empleado de banca, futbolista, pintor o analista en bolsa. Eso es lo de menos. Lo que debemos tener claro es que solo cuando algo nos apasiona somos capaces de dar lo máximo sin escatimar esfuerzos. Ya lo decía Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”.

Eso sí, cuando lo damos todo, cuando nos exprimimos al máximo, cuando cumplimos con nuestro cometido, ¡cómo necesitamos unas buenas vacaciones y qué beneficiosas son para nuestra salud física y mental! ¡qué haríamos sin esos maravillosos y nunca suficientemente bien valorados días de asueto! Efectivamente, del mismo modo que necesitamos trabajar, también se antoja imprescindible gozar de un mínimo periodo de desconexión, de desintoxicación. Esa sensación de paz, de estar uno a gusto consigo mismo, con cuanto te rodea y con el mundo…qué digo el mundo…con toda la galaxia en general, que puede experimentarse mientras lees un libro, mientras haces algo de deporte, durante cualquier sobremesa estival o mientras percibes que vas a disfrutar de una reparadora siesta, no tiene precio. Sumergirte lentamente en las cristalinas aguas de nuestras maravillosas playas en Illes Balears, mirar al horizonte y respirar profundamente provoca, automáticamente, una suerte de ruptura espacio/tiempo. En ese momento no hay problemas, no hay obligaciones, correos electrónicos ni fechas de entrega. Y qué decir de esas cenas a la fresca con familia y amigos, esas inacabables tertulias y esos silencios casi mágicos…deberían poder patentarse. Ningún invento mejor.

Así que, llegados a este punto, no puedo más que rendirme a la evidencia, pues ha llegado ese instante en que todo esto, estando tan cerca, lo sentimos demasiado lejos. Se ha cerrado el círculo y nuestro cerebro no sabe como recordarnos lo que es un secreto a voces. Sin ir más lejos, aquí estoy, escribiendo estas líneas que podrían resumirse de manera tan sencilla como contundente. Espero volvamos a vernos pronto, seguro que regresaremos con fuerzas renovadas y con ganas de seguir comiéndonos el mundo pero, en este momento, simplemente, ¡necesito unas vacaciones!

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias