"Eppur si muove"

Parece que la frase que da título al artículo de hoy nunca fue realmente pronunciada por Galileo Galilei. Es razonable pensar que la sentencia no pudo ser verbalizada de forma ostentosa ante la Inquisición después de la abjuración que le permitió conmutar la prisión perpétua por arresto domiciliario de por vida. No hay pruebas históricas que los miembros de la Inquisición asumiesen con simpatía este tipo de afrentas. En cualquier caso, "se non è vero, è ben trovato".

En el siglo XVI ya Copérnico tuvo la prevención, aún ostentando la condición de clérigo, de exponer su teoría del sistema heliocéntrico a través de la publicación póstuma del libro "De Revolutionubis Orbium Coelestium" el año 1543. Debía saber que la ciencia y el ciego fanatismo no componían un dúo intelectual armónico. Entre otras cosas, por la poca predisposición de la Inquisición al intercambio racional de puntos de vista. No fue hasta casi 280 años después cuando, un 11 de setiembre de 1822, la "Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición" tuvo a bien permitir la impresión de libros que enseñan el movimiento de la Tierra.

Últimamente, en materia lingüística y en el ámbito de la cultura catalana, nos ha tocado vivir un resurgir inquisitorial. La razón científica de todas las universidades del mundo ha topado con el fanatismo de los que, amparados en la lógica de la ignorancia supina, empotran su intelecto en negar la unidad del idioma propio del territorio comprendido "de Salses a Guardamar i de Fraga a Maó". Pueden censurar a la "Acadèmia de la Llengua Valenciana", atacar a la "Universitat de les Illes Balears", discutir la historiografía, poner en duda el valor de la lingüística o crear teorías sin soporte acedémico alguno. Al final, aunque deban pasar 280 años y esperemos que sin necesidad de acabar algunos en la hoguera, se terminará recordando, en relación a nuestro idioma propio, que "eppur è unico".