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“Hay que informar y meter mucha caña contra el consumo de cannabis”

“Hay que informar y meter mucha caña contra el consumo de cannabis”
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Por Eduardo de la Fuente
domingo 09 de septiembre de 2018, 08:00h

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Hay que estigmatizar el consumo de droga, desbanalizarlo y llevar a cabo más campañas de información para niños y jóvenes. Es la contundente opinión de Miguel Lázaro Ferreruela, médico psiquiatra y presidente de SIMEBAL (Sindicato Médico de Baleares). Lázaro es bien conocido por los lectores de mallorcadiario.com, en este medio publica semanalmente una columna de opinión. En esta ocasión afronta una entrevista en la que desmonta mitos del consumo de drogas entre los jovenes y alerta de los peligros que supone mezclar adolescencia con sustancias tóxicas.

Estadísticas de la DGT nos dicen que los positivos por consumo de drogas ya superan a los de alcohol en los controles. Es sólo un ejemplo. ¿Aumenta el consumo de drogas o es una percepción?

Esa percepción está justificada porque hay un aumento del consumo de tóxicos en ciertas edades. Hablamos de tóxicos pues englobamos a todo: alcohol, cocaína, marihuana, LSD... El aumento es real, lo que sucede es que algunas drogas experimentan ciclos. Se ha constatado un rebrote del consumo de la heroína. Creo que hay que analizar dos cosas: el consumo precoz entre chavales cada vez más jóvenes; y el problema de que aumenta la aparición temprana de trastornos psiquiátricos graves. Esto es demoledor.

Muchas veces nos preguntamos qué va antes, si el consumo de drogas genera un trastorno o si es el trastorno el que conduce al consumo.

El consumo de cannabis o de cualquier tipo de tóxico hace que en los jóvenes que tengan una predisposición se den casos de esquizofrenia, de trastornos bipolares, de crisis de pánico... Aparecen antes porque el factor tóxico actúa como disparador, como gatillo. El joven no conoce su presdisposición por lo que se comienza con el alcohol, se pasa al cannabis y a partir de ahí a otras drogas. El cannabis y el alcohol ponen al joven en una situación de riesgo que puede llevarle a consumir otras drogas. Otra cosa que deberíamos valorar es que muchísimas personas que están en la cárcel tienen problemas con las drogas. Sin entrar a fondo en el tema, el consumo de tóxicos también se puede asociar a conductas antisociales en algunos chavales.

“El paciente que más sufre es el joven que consume y tiene un trastorno psiquiátrico”

¿Eso es igual para todos los jóvenes?

El consumo actúa como un factor precipitante en aquellas personas predispuestas... A ver, uno no conoce su genoma. Tampoco se elige el ambioma, el entorno familiar y social. Por ejemplo, si tu padre es alcohólico tienes un mayor riesgo de reproducir ese alcoholismo porque en las adicciones hay una genética. También, si lo ves beber a diario existe un aprendizaje de conducta. Hay adolescentes que no tienen esos condicionantes y que no desarrollarán un trastorno, pero sí pueden desarrollar una adicción. Aún así, con la droga te la juegas. Nadie conoce su genoma, un joven no sabe si la droga va a precipitar un trastorno bipolar, una esquizofrenia, ansiedad, depresión...

¿Qué impacto puede tener en un joven la aparición temprana de una de estas enfermedades?

Pues lo tiene jodido. Una de estas enfermedades te va a condicionar toda la vida, tu futuro profesional, el desarrollo de la personalidad... Los disparadores del genoma suelen ser sustancias tóxicas, hábitos negativos, alimentación... El principal depredador del cerebro es el estrés. Un consumo de tóxicos para un cerebro predispuesto es una situación de alto riesgo estresante. Se modifica la química... El cerebro es, por decirlo de una manera, un cableado químico-eléctrico, y lo que hace la droga es alterarlo.

¿Cómo es este tipo de paciente?

El paciente que más sufre, que necesita más ayuda es el psiquiátrico, la mayoría jóvenes, con edades que van de la adolescencia a los 35 años, máximo 40, que tienen una patología dual. Esto es que tienen esquizofrenia o trastornos bipolares o de la personalidad (que son graves) y que además consumen tóxicos. Esto se da en un porcentaje muy elevado. Son dos diagnósticos, los que más se suicidan, los que más ayuda necesitan, los que no trabajan... Tienen dos enfermedades y la una potencia a la otra. Hay que tratar las dos... Vemos gente joven muy enferma y con una repercusión de la enfermedad muy grande en sus familias. Son jóvenes que no han podido seguir con los estudios, que no trabajan, que dependen de sus familias... La patología dual la tratan el psiquiatra y el médico o psicólogo de los Centros de Atención a la Drogodependencia.

“El consumo precoz entre chavales cada vez más jóvenes; y el problema de que aumenta la aparición temprana de trastornos psiquiátricos graves. Esto es demoledor”

¿Son las adicciones a un sólo tipo de sustancia?

Creo que deberíamos hablar de politoxicomanías, es más raro que la adicción sea sólo a una sustancia. Puede haber el predominio de una droga, pero por lo general se trata de politoxicomanías.

El consumo de cannabis hoy está considerado como algo relativamente normal por muchas personas.

Se ha banalizado el consumo. Eso me molesta mucho. Esa banalización se ha visto sobre todo con el cannabis, que además es una droga que se utiliza mucho en la adolescencia. Vemos a popes, a ídolos juveniles y artistas hacer apología del cannabis como si fuera una droga inocua y que no hace nada.

¿Hasta qué punto es nocivo el consumo de cannabis?

El cannabis es peligrosísimo para el cerebro de los adolescentes. A esos que banalizan el consumo del cannabis... Eso no debería permitirse. El cannabis es un factor de riesgo como he dicho para los trastornos mentales. El cerebro del adolescente está en continua transformación, está sometido a un podaje, hay una especie de reestructuración de las conexiones cerebrales. Es un contexto complicado. Si a todo eso le metes una sustancia tóxica estás bordeando el precipicio. La adolescencia es una emboscada en la que no faltan francotiradores. El francotirador más peligroso son las sustancias tóxicas.

Popularmente el cannabis se vende como una droga lúdica, de uso recreativo. Durante años se ha luchado para eliminar las diferencias entre las llamadas drogas blandas y duras y ahora es un discurso que vuelve a escucharse.

Eso ha pasado, no hay drogas duras y drogas blandas, todas son drogas, todas pueden causar adicción... Unas causan más dependencia psíquica y otras física, pero todas son drogas. No se puede hacer esa diferenciación. Hay que estigmatizar el consumo de drogas. Este país debe plantearse, además de la prevención al consumo con campañas e información en los colegios, contrarrestar la apología de las drogas. Hay que plantearse una política de tolerancia cero de consumo de tóxicos en la conducción de vehículos. Cada vez hay más accidentes relacionados con el consumo de alcohol y drogas. Hay que explicar a los niños y a los adolescentes lo que conlleva el consumo de tóxicos.

“Nadie conoce su genoma, un joven no sabe si la droga va a precipitar un trastorno bipolar, una esquizofrenia, ansiedad, depresión...”

En estas edades el consumo va ligado a la idea de “hacerse mayor”, casi como si fuera un rito de iniciación...

Es la edad de descubrir y de probar cosas. Se consume porque en la adolescencia la pertenencia a un grupo es muy importante. Los jóvenes, a veces, le hacen más caso al grupo que a la familia. Se crean rituales en los que tienes que compartir experiencias y si no, te excluyen. Hay chavales que se preguntan cómo pueden ser aceptados en un grupo que consume cuando ellos no toman nada... Eso se ve con el cannabis. Hay que meter mucha caña contra el consumo de cannabis. Por otra parte, el alcohol es el disolvente universal: disuelve la familia, el patrimonio, el patrimonio, el hígado... Todos sabemos lo que es es y lo que conlleva el alcohol. Estas son las dos drogas de mayor consumo y que generan más problemas en la adolescencia.

¿Y las llamadas drogas químicas?

Los que venden droga son muy espabilados, siempre van por delante de la ley. Basta con cambiar una estructura química y sacan una droga que aún no está ilegalizada. Son las drogas más baratas, las puedes conseguir por seis u ocho euros. Para un chaval... Pues bueno, vale poco, te permite estar toda la noche en pie, bailando hasta la mañana...

He leído algunos artículos de médicos británicos que alertan de las llamadas “sustancias ergogénicas”, aquellas que se utilizan para mejorar el rendimiento físico: hormona del crecimiento, anabolizantes, esteroides... Denuncian que en el Reino Unido son la tercera droga más consumida. Han saltado del deporte de élite al gimnasio de barrio, a corredores y ciclistas aficionados. ¿Se ve esa tendencia aquí?

Es una nueva emergencia, si bien no es un problema como los que hemos hablado. Esto va relacionado con una adicción al deporte, al culto al cuerpo... Nos hemos vuelto locos. A ciertas edades el deporte mata. Parece que los gimnasios son las nuevas iglesias. Por supuesto que el deporte es bueno y ni mucho menos todo el mundo que va al gimnasio toma estos potingues. Ese consumo no es casual, es por algo: por el grupo al que perteneces; por la búsqueda de un rendimiento; por la imagen del cuerpo... Es curioso que sea un reflejo de lo que sucede en algunos deportes de competición. El consumo de anabolizantes, por ejemplo, aún se ve poco, a diferencia de Inglaterra. Allí es un problema.

“La adolescencia es una emboscada en la que no faltan francotiradores. El francotirador más peligroso son las sustancias tóxicas”

¿Se ve poco o se detecta poco?

Creo que nos encontramos ante un fenómeno iceberg, no se ve, pero ahí está.

¿Hasta que punto es peligroso el consumo de anabolizantes o esteroides mezclado con otras drogas?

Si uno mezcla, la potencialidad de esa combinación está clarísima. Además, el consumidor de este tipo de sustancias presenta un tipo determinado de personalidad... Algo pasa ahí con fenómenos como el de la vigorexia, a la adicción al deporte excesivo. ¿Qué buscan, cuidar su cuerpo, intentas resolver tus problemas psicológicos...? Aparecen algunos casos en los Centros de Atención a la Drogodependencia, pero no aún en gran número.

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